Mayor Zaragoza tranquiliza sobre el alcance de sus reformas al Comité Ejecutivo de la Unesco
El director general de la Unesco, el bioquímico español Federico Mayor Zaragoza, reconoció ayer la gran mayoría de las críticas a su plan a medio plazo (19901995), formuladas por los miembros del Comité Ejecutivo del organismo internacional y tranquilizó a, éstos sobre sus propósitos reformadores. El plan a medio plazo presentado por Mayor significaba una sensible disminución del número de programas y, según sus críticos, eliminaba tarea s prioritarias y abría las puertas a la privatización y a la tecnocratización de la Unesco.El discurso pronunciado ayer por Mayor, calificado de realista y pragmático por varios miembros del consejo, contrasta con la energía y el optimismo de su primera intervención, en la que defendió las líneas generales de su plan. Esto revela que los 51 miembros del consejo no le han concedido ni carta blanca ni el estado de gracia tras su reciente elección hace seis meses.
La cuestión más polémica del debate sobre la Unesco, el llamado Nomic (Nuevo Orden Mundial de la Información y de la Comunicación), fue resuelta por Mayor con un tratamiento ecléctico) y conciliador, intentando apaciguar a los países más críticos, que exigen un reequilibrio en el control de la información, y los países occidentales, que desean garantizar la libre circulación de las informaciones. Mayor defendió el "libre flujo y el libre acceso a la información en todas direcciones", pero a la vez aseguró que "todos los esfuerzos deben ser realizados para superar los desequilibrios". Varios consejeros habían reprochado a Mayor que en su inicial programa a medio plazo no se hiciera mención alguna del Nomic.
Mayor dio la razón a sus críticos acordando que la lucha contra el analfabetismo y contra el racismo, el apartheid y las discriminaciones y la educación para la paz son objetivos de alta prioridad. Admitió que las ciencias sociales deben ser un eje central en las actividades de la organización. Concedió la posibilidad de ampliar el número de programas y de cambiar los ejes prioritarios de su propia terminología por los antiguos grandes planes.
Tranquilizó a los consejeros respecto al temor a una dirección tecnocrática: "He tomado buena nota [de que] el principio de eficacia, que afecta a la gestión de la organización, no debería situarse en el mismo plano que los principios de dignidad y de solidaridad. El primero se sitúa principalmente en la categoría de los criterios de acción".
Mayor negó también que la Unesco pueda convertirse "en una agencia de asistencia técnica, prestataria de servicios", en la que cada país financiaría los programas de su interés.
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