El viejo Bergman de nuevo
A poco de entrar en la década de los setenta, nuestro espíritu todavía iba a la alza. De la boca de todo bicho bien preparado para la vida moderna emanaban laudatorios bravos por Ingmar Bergman, un cineasta que vestía, pese a sus desnudas exposiciones. Gritos y susurros fue el rien ne va plus de la intelectualidad del momento. Se estrenó con cortes y recortes pero fue tomada masivamente por un núcleo de la población asombrado ante un realizador que se tomaba en serio al ser humano y sus sufrimientos.Pues bien, diez años después nadie dijo nada de la reposición, ahora íntegra, de Gritos y susurros, como nadie atendió a la llamada de socorro desesperada que el autor lanzaba desde su emisora creativa y que llevaba por título muy explícitamente De la vida de las marionetas.
De la vida de las marionetas se emite a las 22
15 por TVE2.
El desencanto, el desinterés y la falta de inquietudes que caracterizan la década es la clave del mudo y sordo recibimiento de una de las películas más comunicativas de los últimos años. El viejo Bergman, de, nuevo, la emprendía con el ser humano a través de una crónica periodística y psiquiátrica sobre un importante ejecutivo y una prostituta asesinada. Él mismo considera De la vida de las marionetas de lo mejor de su filmografia.
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