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El CAI hizo mejores estadísticas que el Madrid, pero perdió

Luis Gómez

, Casi todas las estadísticas estuvieron al lado del CAI Zaragoza (más rebotes, menos personales, ningún eliminado, mejor porcentaje), pero perdió el partido. ¿Es eso posible?. ¿Es cierto que se puede hacer todo mejor que el rival y caer derrotado?. El Madrid ganó ayer a pesar de que la ciencia estaba en su contra, justo cuando el CAI hizo el partido que tenía que hacer durante 39 minutos. Pero, ay, falló en el último y perdió un pase que no tenía que haber perdido. El público, ayer, pudo presenciar una auténtica semifinal y el CAI hizo el partido más maduro que se le recuerda. Al Madrid le salvaron los demonios familiares de Martín, al principio, y el arte cerebral de Corbalán en el último minuto, dos facetas, como tantas otras, que no se miden con números. Los números eran del CAI.

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Las estadísticas, en este deporte tan amante de los números, explican casi todo lo que ha pasado en un partido, pero la suma de todas ellas no tiene por qué dar por resultado la clave del mismo. Si la suma de aspectos tan importantes como el porcentaje de tiro (56% en el CAI, 49% en el Madrid), el re bote (36 frente a 26) y las personales (14 frente a 23) pudieran sumarse como si tal cosa, el CAI tendría que haber ganado el partido de ayer con cierta holgura. El CAI hizo un buen ejercicio de economía porque defendió bien sin pasar apuros con las personales y atacó con alto porcentaje (68% en la segunda parte). Sin embargo descuidó un aspecto trascendental, que a veces cae en el olvido ante conceptos del juego más vistosos o más en boga: perdió muchos balones, por lo que su porcentaje de eficacia por posesión de balón fue más baja. Y, además, para mayor abundamiento en el caso, perdió el balón que bajo ningún concepto debe perder un equipo que aspire a ser finalista. A falta de 25 segundos, Arcega mandó un pase al vacío y Corbalán no dudó un instante.

Las estadísticas, por otra parte, se ven imposibilitadas de desvelar algunas cuestiones personales, como los demonios familiares que operan sobre Fernando Martín. Martín hizo ayer otro buen partido, quizás más irregular que el del pasado sábado, pero bueno a fin de cuentas. Y es que Martín tiene dos fijaciones este año: Ortiz y Norris. Ortiz, porque es un enebeable, porque le espera un contrato con los Utah Jazz, porque Martín quiere medirse con todo profesional en ciernes, él que es un ex profesional; Norris, porque, según Martín, es el mejor americano que ha pasado por España en bastante tiempo, y Martín quiere ser el número uno en España. Por tanto, Martín, ante estos dos jugadores, tiene una motivación especial, quiere demostrar quién es quién, y ayer comenzó tratando de machacar a Piculín Ortiz en cualquier punto de la cancha. Lo cierto es que sus primeros minutos fueron impresionantes, pero luego bajó algo el listón y Ortiz terminó haciendo un buen partido y, para remate, recibiendo una ovación de gala por un mate de espaldas. En los primeros 14 minutos de partido, Martín había hecho el 50% de los tantos madridistas. Pero como quiera que el CAI estaba jugando como debía jugar, el partido se complicó.

El Madrid se aplicó algo más en defensa, con el consabido resultado de abundantes robos de balón, pero en ataque fue un puro disparate en bastantes ocasiones. El CAI aprovechó bien esta situación para cerrar el rebote y tuvo paciencia para consolidar muchas acciones ofensivas. Además, Zeravica dio una espléndida lección de dirección de juego en las sustituciones de sus hombres. Paulatinamente, la ortodoxia del CAI se fue imponiendo y el Madrid tuvo que rebajarse a desempeñar el papel del voluntarismo y la entrega. Consecuencia de todo ello fue que el CAI tomó el mando a falta de 5 minutos y pareció ejercerlo con autoridad cuando alcanzó su máxima ventaja (81-86) a falta de dos minutos. Fue, entonces, cuando Corbalán, cerradas todas las salidas, crecido Ortiz ante Martín, no tuvo otra escapatoria que destapar su cartuchera. Corbalán hizo cinco de los seis últimos tantos del Madrid. Su disposición salvó al equipo, justo otro elemento no sujeto a estadística.

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