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NECROLÓGICAS

Edgar Faure, una institución de la vida política francesa

Desde el presidente de la República francesa, François Mitterrand, hasta el primer ministro conservador, Jacques Chirac, todas las personalidades de Francia han alabado la personalidad humana y política de Edgar Faure, fallecido ayer en París a los 79 años. Una personalidad clave en la IV y V Repúblicas, con fama de conciliador de los franceses, una expresión de moda entre todos los candidatos en la presente campaña electoral.Miembro de la Academia, Faure era la imagen del político brillante y astuto desde su posición de centro; esto significaba a veces ir a la izquierda y otras a la derecha. Cuando alguien le acusaba de ser "una veleta en medio de la política francesa", él se contentaba con afirmar que "en todo caso soy el viento que la mueve".

Además de hombre político, Edgar Faure era un polifacético escritor, desde la novela policiaca (bajo el seudónimo de Edgar Sanday) hasta el ensayo social, y también se divertía con la composición de canciones. Fue un testigo excepcional de la reciente historia de Francia, Dos veces presidió el Consejo de Ministros bajo la IV República, en 1952 y 1956, recorrió innumerables departamentos ministeriales (desde la política exterior hasta las finanzas) y presidió la Asamblea Nacional en la década de los sesenta.

Después, de su destacado papel en las fuerzas de la resistencia, Faure actuó como fiscal adjunto francés en el juicio de Noremberg contra los criminales nazis. Sin embargo, para los franceses el político fallecido es ante todo el hombre que se atrevió a tomar el toro por los cuemos de la reforma educativa francesa en julio de 1968. Aunque a la derecha no le gustaron sus principios de reforma y el entonces nuevo presidente, Georges Pompidou, lo sustituyó en el cargo un año después, su sucesor, Olivier Guichard, no tuvo más remedio que llevar a cabo las líneas directrices de su antecesor. Faure había explicado durante los tumultuosos momentos del mes de mayo de aquel año que la labor del político no era dividir el movitniento de protesta, sino colocarse a su frente para evitar la violencia.

Pero sobre todo Edgar Faure era un "militante de la conciliación". Enemigo declarado del bipartidismo, predicó, aunque sin mucho éxito, una Francia unida en torno a "una mayoría de ideas". A través de su acción política se le puede adjetivar argumentos de todo tipo como un gaullista, pompiduriano, giscardiano y, antes de morir, chiraquista o mitterrandista, aunquecon todos ellos tuviera enfrentamientos en más de una ocasión.

Hay un sueño que Edgar Faure no podrá realizar: el de una Europa poderosa en la que sus diferentes regiones desempeñen un papel de primer orden en la unión continental.

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