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España jugó un amistoso y Francia gano en serio

ENVIADO ESPECIAL España cumplió el trámite y jugó en Burdeos el tercer amistoso previsto en su calendario de preparación para la Eurocopa, y Francia, que no está clasificada, ganó por que se tomó el partido el serio. Sobre el suelo francés se desplegaron cuatro futbolistas que van a jugarse el título de Copa el próximo día 30 -los azulgranas Zubizarreta y Calderé y los donostiarras López Recarte y Bakero- y siete madridistas que se encuentran a tres pasos de alcanzar la cima de su carrera en la Copa de Europa. La selección de Muñoz volvió a hacer inútil un nuevo ensayo aunque el seleccionador pudo poner el práctica al menos su teoría sobre el equipo titular que actuará en junio en la República Federal de Alemania. El mal partido de Gallego, falto aún del ritmo y la precisión necesaria para conducir a la selección, contribuyó también a la derrota en Burdeos.

Miguel Muñoz ironizaba horas antes del partido con los masivos elogios que probablemente, por vez primera desde los tiempos de Di Stéfano, dedicaba la prensa francesa a la selección española, a la que definía con unanimidad como "de máximo nivel europeo". Comentaba el seleccionador con su habitual casticismo que a lo mejor era "para que nos confiáramos". Pero no era cuestión de confianza, sino de prevención y respeto, aspectos que muy pronto puso en práctica sobre el césped el cuadro francés.

En efecto, Henry Michel plantó a Francia en el campo con un sistema táctico preventivo ante la peligrosidad de Bakero y Butragueño colocándoles encima a Sonor y Le Roux, respaldados por el líbero Kastendeuch, y sumamente respetuoso con la calidad de la línea media española frente a la que opuso a otros cuatro jugadores en zona cuidando de Gordillo, Calderé, Gallego y Michel. El gol del azulgrana, enmendando el fallo inicial de Michel en el penalti, confirmó plenamente los temores de la prensa y del técnico francés. Pero Francia iba a darle la vuelta al partido con un arma inesperada: se lo tomó muy en serio mientras casi todos los jugadores españoles comenzaron a confiar únicamente en su indudable técnica.

Para utilizar el factor dureza Francia contó con Le Roux, un central con aspecto de rudo leñador, el conocido Luis Fernández y, sorprendentemente, el delantero Papin. Además de eso, que no era poco, España volvió a ofrecer signos de debilidad en los balones colgados sobre su área por un cierto estatismo de Tendillo y Sanchís y Vacilaciones de Zubizarreta en los despejes. Y para completar el panorama, Passi, el elemento de enlace entre el centro del campo y los dos puntas franceses no encontraba en Gallego el marcador idóneo para cortar su movilidad y buen manejo del balón con la pierna izquierda.

Así pues, aunque era evidente que no jugaban los recordados Platini, Tigana o Giresse, Francia le dió la vuelta al marcador con sorprendente facilidad y se retiró al descanso con ventaja. España lo hizo algo aturdida y sin López Recarte, que comprobé en sus piernas que, en efecto, los franceses no se habían tomado las cosas con maneras amistosas. Muñoz sustituyó al lesionado donostiarra por Soler y España encaró el segundo tiempo con el convencimiento de que el asunto iba en serio. Michel, de formidable disparo desde lejos, pudo empatar pero estrelló el balón en el poste izquierdo de Bats. Muñoz había tenido el acierto de alterar los marcajes, y con buen criterio, descargó a Gallego de la dura responsabilidad de frenar a Passi, a quien pasaron a tomar Sanchís y Calderé en función del espacio por que el que se moviese el cerebro francés. Finalmente fue el central madridista el que tuvo que achicar el terreno de Passi con el discurrir de los minutos.

Pero España apenas mostró agresividad en su juego, salvo en un par de acciones. El partido concluyó así sin mayor contenido que el de comprobar que Muñoz mantuvo en el campo a los mismos jugadores iniciales, con la obligada excepción de Soler por López Recarte. El seleccionador, sin duda, quiere dar continuidad y confianza a los hombres de Burdeos.

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