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LA INSEGURIDAD CIUDADANA

35 personas, asesinadas en el distrito Centro desde 1981

A. M. Elesde 1981, al menos 35 personas han muerto de forma violenta en el distrito Centro, generalmente por ajustes de cuentas o discusiones motivadas por el alcohol o cuestiones de dirogas. Entre estas muertes no se incluyen las ocurridas por sobredosis de drogas o accidenteis o peleas caseras entre familiares. Varias de las víctimas eli,an extranjeros, como el egipcio Mohamed Fathí Abdalla, muerto por un ciudadano sirio en una pensión de la calle de San Marcos; los rnarroquíes Ahmed Amich, Abderramán Chacur, Abdellad Louryachi, el guineano Camera Amuri, el cubano Luciano Valdés, y un iraní que no llevaba documentación. El 15 de marzo de este año, un español, Carlos San José, mató a tiros al colombiano Guillermo Luis Quintero, antes de caer muerto a su vez por disparos de un policía nacional.

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En el centro está el peligro

Dos fueron los crimenes que con más interés acapararon la atención pública. El asesinato de, Enrique Esteve Ródenas, badlarín y hermano de Antonio Gades, en abril de 1987, en la calle de Núñez de Arce. Enriquie Esteve murió de una puñalada, sólo porque se, negó a entregar a un atracador su chaquieta de cuero.

El segundo crimen, de índole pasional, tenía evidentes connotaciones folclóricas, en un país donde los tricornios y las sotanas han sido siempre objetos del respeto, el temor y la chanza populares. El 25 de septiembre de 1986, un guardia civil celoso, Luis del Álamo, mató de un tiro al sacerdote Autidio Fernández que se había reunido con la mujer del agente en una pensión de la calle de la Victoria Los tres habían venido a Madrid desde Luarca, en Asturias. La dueña de la pensión, a las preguntas de los periodistas, se acogió a la ley del silen cio: se negó a hacer declaraciones y afirmó varias veces que no tenía noticias de que en su pensión hubiera ocurrido nada anormal.

En 1981 fueron cuatro las muertes ocurridas en el distrito Centro: la del argentino Horacio Bedoya, muerto por un policía nacional; la del ciudadano egipcio antes citado; la de un policía municipal, Carlos Hernández, muerto en el transcurso de un atraco, y la de Mario Óscar Reynoso, en un ajuste de cuentas. En 1982 sólo se registró la muerte vio lenta de Miguel Ángel Martínez, de 37 años, muerto por un disparo.

En 1983 las muertes fueron tres, cifra que se dobló al año siguiente, 1984, en que fueron seis las víctimas de la violencia callejera. En 1985 la única víctima fue una empleada en una empresa de la calle La Plama, en Malasaña, Elisa Alonso García. Su muerte provocó grandes protestas en el barrio. En cambio 1986 fue un año trágico, con un total de 12 muertes. Otras seis muertes ocurrieron en 1987.

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