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FÚTBOL/ COPAS DE EUROPA

Al Madrid no le frena ni el Bayern Múnich

El Madrid aprobó su vieja asignatura pendiente y camina imparable hacia su séptima Copa de Europa. El equipo madridista se había quitado de en medio ya exámenes tan duros como los del Nápoles y Oporto aunque ya no quedan marías, anoche hizo buena ante el Bayern la eufórica frase final de Ramón Mendoza. "Ya no quedan bestias negras; las bestias en Europa comienzan a ser blancas". El Madrid jugó un partido muy serio y encarriló la eliminatoria con dos goles en el primer tiempo para manejar con experiencia y autoridad a la historia y al Bayern en el segundo.El Madrid salió al campo sin Martín Vázquez y con muchos nervios en algunos de sus jugadores. El lateral Pflugler estuvo a punto de marcar en una acción sorpresa y enfrente Hugo Sánchez se empeñaba en forzar la entrada en una página personal de su historia a base de continuos e imposibles remates de chilena frente a Pfaff. Pero varios factores comenzaron también a encadenarse para que el Madrid se hiciera poco a poco con los resortes de un partido que no iba a resultar un espectáculo futbolístico de calidad, pero sí un duelo de enorme intensidad táctica y jugado al límite del reglamento.

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Beenhakker cubrió la baja de Martín Vázquez con Gallego, que ocupó su habitual posición como eje geométrico del equipo, y adelantó unos metros Jankovic para que asumiera la función del ausente en la media punta. El yugoslavo, que confiesa sentirse más a gusto de Gallego, entendió que debía sacrificarse pese a que sus condiciones de juego -es mucho más lento que Martín Vázquez y no tiene la capacidad de desmarque de éste hacia las bandas- no iban a ayudarle.

Jankovic utilizó entonces su cabeza y de su cerebro salió un juego inteligente. El yugoslavo supo acompañar a Gallego, que completó a su vez otro partido europeo de los que le gustan, suplantó con una increíble dosis de delicadeza las funciones del jefe en algunas acciones y comenzó a lanzar a Gordillo. De un magnífico toque corto hacia Gordillo nacio la carrera del ex bético y su centro final para que Michel sentenciase el partido con el segundo gol. Porque para entonces la gloria del primero le había correspondido justamente al propio Jankovic. El mérito de Beenhakker ayer había sido el de no alterar el sistema del equipo pese a la baja de Martín Vázquez, el enlace de la media con Butragueño y Hugo.

El Bayern encaró así el segundo tiempo en una posición incómoda: necesitaba marcar los goles en el Bernabéu, un estilo al que algún diario sensacionalista alemán había calificado como "la boca de Satanás". Y, además, por vez primera no controlaba el marcador. Heynckes, el técnico muniqués, sacó a Rummenigge por el lateral Winklhofer, trasladó a Brehme a la derecha a tapar a Gordillo, y el buen juego de marcajes ordenado por Beenhakker sufrió algunos despistes que obligaron incluso al libero Tendillo a pedir consejo a la banda. Fueron unos minutos de incertidumbre que acabaron cuando Gallego y Jankovic comenzaron a repartirse el marcaje del incorporado Rummenigge.

Se comprobó entonces que el Bayern no es el que era. De su impotencia y la necesidad del Madrid de enfriar el partido salió, paradójicamente, un segundo tiempo demasiado caliente y unos y otros comenzaron a saldar sus viejas cuentas pendientes. Hugo dejó la marca de su bota izquierda en la cadera de Pfaff y consiguió centrar la rígida mentalidad alemana en un solo objetivo: Augenthaler, Eder y hasta Flick -cuando se lo permitía su durísimo marcaje a Butragueño- se pelearon por conseguir dejar a su vez alguna bala en el cuerpo del mexicano. El partido acababa así como si de una película del Oeste se tratase, hasta el punto de que el mismísimo Buitre se revolvió una vez contra Flick y el pacífico Jankovic le dio un taconazo al implacable perseguidor de Emilio. Y todo concluyó con un balón salvado por Chendo bajo los palos, y con un fallo increíble de Hughes. Evidentemente, al aún barcelonista, cedido por el club azulgrana al Bayern, le va como anillo al dedo su conocido apodo de Tarughes.

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