"He estado con Jomeini"
Una enviada especial de EL PAÍS, Christine Spengler, acaba de regresar de Teherán, donde fue recibida por el ayatolá Jomeini y por su mujer, Batul. El líder iraní, que ha cumplido los 87 años de edad, habita en una casa pequeñísima compuesta de tres habitaciones; los guardianes de la revolución no dejan entrar lápices ni máquinas fotográficas. Jomeini anda despacio y sin pronunciar palabra, pero sus ojos son increíblemente vivos debajo de sus cejas negras. A una distancia de dos metros se le ve más joven que en las fotografías conocidas de él, tomadas a cierta distancia. Batul explica que el imam siente un gran respeto hacia ella: "Se levanta cada vez que entro en una habitación. Nunca me da órdenes, y si quiere un té se lo prepara él mismo, lavando su taza después. Es severo para todo lo que toca las cuestiones religiosas, pero por lo demás, nada". El ayatolá tiene horarios muy estrictos, nunca sale de casa y es la gente la que viene a verle.
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