Variedad
Mucha variedad, tal vez más que nunca, en los cinematográficos guisos que hoy cocina la pequeña pantalla. El más lustroso, por lo menos el mejor salpimentado, es Lulú de noche, un parsimonioso solo de saxo soplado con no poco arrojo por Emilio Martínez-Lázaro, el director de la reciente El juego más divertido. Sus cimientos son Franz Wedekind, Lulú, la noche, las historias sentimentales entrecruzadas y un temible psicópata cortando con su filo la irrespirable atmósfera.Muchas cosas, como puede verse, para meter en un único saco. Martínez-Lázaro era consciente de tal desafío, y sus resultados prácticos son una película irregular en su todo, aunque fascinante en alguna de sus partes, compensación lógica del imposible cruce entre la comedia madrileña del momento y la noche alada de Alan Rudolph.
Lulú de noche se emite hoy a las 22
30. Nijinsky, a las 3.05 de la madrugada. Berlín Express, a las 7.35 de la mañana. Todas ellas por TVE-1. Soltera y madre en la vida, se emite a las 16.30, por TVE-2.
Tres hermosas y cautivadoras actrices pueblan el embriagado celuloide: Assumpta Serna, Patricia Adriani y Amparo Muñoz, pero se le pueden hacer objeciones a la elección, incluso se podría argüir que Assumpta Serna hubiera podido dar mejor el papel que desempeña Amparo Muñoz, y que el papel de ésta uno lo ve mejor en las carnes de la Serna.
Con todo, decíamos, un desafío artístico de altura -un desafío intelectual, pues hay pulpas flotando que parten de culturas teatrales, literarias, cinematográficas o musicales preestablecidas- del que no se puede decir que su autor haya salido con la cabeza baja.
Más cine. Soltera y madre en la vida es una banal y moralizante comedia de Javier Aguirre -quien años más tarde perpetraría Soltero y padre en la vida- sobre chica embarazada de chico que luego pasa de ella y con padre que la echan de casa por el bombo.
Nijinsky, de Herbert Ross, es un bello, pero convencional, acercamiento a la figura del célebre bailarín ruso, primando en él la relación sentimental que mantuviera con su maestro, el no menos célebre Diaghilev, y dejando para mejor ocasión profundizar en otros temas y subtemas fundamentales en la vida atormentada, a la postre mística, del genial artista. No acaba de cuajar George de la Peña en el papel principal, aunque Alan Bates, como Diaghilev, está sensacional.
Serie B
Otro título de interés asoma sus imágenes a las siete y pico de la mañana del sábado: Berlín exprés, una agradable, lacónica y muy bien tramada serie B del gran Jacques Tourneur. Las auténticas y patéticas calles del Berlín de la posguerra son el telón de fondo de una enrevesada trama de espionaje, que se concentra en un vagón de tren cuya fauna humana es tan cosmopolita que se diría la asamblea de la ONU en pleno. Por ahí se deslizan científicos que saben mucho sobre armas atómicas, pero quieren la paz -la película posee un discursillo la mar de ingenuo, bienintencionado y radical-, dobles de científicos, falsos culpables y verdaderos inocentes. Pero Berlín Express se sigue gratamente, por la solvencia narrativa de Jacques Tourneur y, también, por esa gran presencia del cine norteamericano que fue Robert Ryan, su protagonista principal.
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