Otro 'western' en 'cinemascope'
Mucho cine, y por lo general muy bueno, el que este día de hoy asoma por nuestras pequeñas pantallas. Uno de las mejores es Epílogo, de Gonzalo Suárez, aunque cuenta en negativo su reciente emisión televisiva -hará un par de años-, lo que, sin duda, puede restar convocatoria, una convocatoria ya de por sí dificil a esas horas brumosas en que ahora hacen cine. Epílogo, recordémoslo, fue el regreso a las pantallas grandes, después de media docena de años alejado de ellas, de un gran cineasta, un hombre que irrumpió allá por los años sesenta en nuestro panorama con un cine alucinado, sensitivo y experimental -el de Ditirambo y El extraño caso del doctor- Fausto-, para pasar después a un cine comercial que, no obstante, no abandonaba sus constantes personales y del que buen ejemplo es Morbo, vista hace pocas semanas en TVE. Epílogo era el reencuentro con sus personajes ficticios y reales, con Ditirambo, con Rocabruno y con Charo López, que ahora emergían de sus mares para, casi 20 años después, volver a presentar batalla en un universo dominado por los genes electrónicos. Una batalla hermosamente romántica, aunque también pasablemente estéril.Con Gloria de un día reencontramos a una juvenil Katharine Hepburn -como la semana pasada en Damas del teatro- envuelta en el mundo de los escenarios. Un melodrama bello, suntuoso y atractivo dirigido por Lowell Sherman en 1933 y por el que la actriz ganó el primero de sus cuatro Oscar. A destacar el siempre elegante Adolphe Menjou dándole la réplica espléndidamente.
La ley del talión se emite hoy a las 16
05. Epílogo, a las 4.15. Gloria de un día, a la 1.00. La venganza de la mujer pantera, a las 7.50. Todas ellas, por TVE-1.
. Otra pequeña perla para cinéfilos se esconde en el amanecer del domingo. Se trata de La venganza de la mujer pantera, la secuela de aquella obra maestra que Jacques Tourneur realizara un par de años antes -ésta es de 1944-. Sin llegar a las altas cotas de fascinación alcanzadas en aquélla, la que ahora vamos a ver -que es la ópera prima del hoy veterano Robert Wise, antiguo montador de Welles y Dieterle, entre otros- sigue conservando, amén de a sus dos principales protagonistas -ella, la bellísima Simone Simon-, aquel sello especial que el productor Val Lewton diera a sus clásicos fantásticos de la RKO, a empezar por una fatografía en blanco y negro -del gran Nicholas Musuraca, el de Retorno al pasado- realmente sobrecogedora.
Pero lo mejor del día, para el cinéfilo en bruto, es un westem con clase de Delmer Daves, La ley del talión, dirigido en 1956 e interpretado por un inmenso Richard Widmark. La historia de un hombre que se vengó de los asesinos de su familia, un Charles Bronson avant la lettre, ahora en las faenas de guía de una caravana asediada continuamente por los apaches, puede ser, y de hecho es, de un tópico subido, pero Daves era. un hombre que sabía crear perspectivas, no ya morales, que también, sino sencillamente espaciales, requisito básico en un género que recorre rocas y montañas y establece un diálogo mineral con el ser humano. Especialmente violenta para su fecha, La ley del talión es una hermosa pelí¿ula en... ay, ay, ay, en cinemascope. Los de la tele no, pero el cinéfilo sí sabe que no tiene otra razón de ser una película que su concepción original, y ya desde estas mismas páginas Ángel Fernández Santos, desde el juzgado Carles Benpar y desde la sección de cartas de este diario el otro día un lector, está naciendo una sensibilidad que, de ir bien, ha de acabar de una vez por todas con tanto atentado al arte. Veremos cómo la proyectan hoy, pero parafraseando a Jagger, podemos reivindicarla con un "es sólo una, película de indios, pero me gusta".
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