Tola, insólito
Lo insólito del programa de Tola -a juzgar por el primero- es que es un programa de radio. Se puede añadir asombro: es el mismo programa de radio que estuvo dando en la Cadena SER. Pequeña lírica de medianoche y una andanada de noticias formuladas en forma de preguntas -"¿por qué?"-, todo ello cuidadosamente leído y subrayado de música, en un estudio de radio.Intervenciones musicales; una conversación libre con un personaje espontáneo -que es su hermano-, el erotismo telefónico con una desconocida -al verla en su supuesta alcoba pierde el encanto de la invisibilidad que tenía en la radio-, una manera de enfocar la crítica por El pirri -el chaval de la película de Gutiérrez Aragón Maravilla- en jerga madrileña (lo que mejor funciona: a condición de que entiendan). Y dos entrevistas: una con la joven viuda de una víctima de los conductores homicidas de las carreteras en torno Madrid; otra, con el ministro de Justicia. Las entrevistas con el dolor reciente y vivo siempre salen bien; las entrevistas con Ledesma siempre salen mal.
Un programa, finalmente, es la persona que lo hace, y Tola ha tenido siempre un halo en Televisión, y no lo ha perdido. Su popularismo, su sencillez, su humanidad, le acompañan donde vaya. Lo que hace ahora es desconcertar, querer buscar un originalismo, de forma que la televisión puede llegar a ser una antitelevisión; despreciar espectáculos, despliegues, luces y personas.
Quizá se ha llegado a un exceso tan profesionalista, tan preceptivo, en las definiciones de televisivo que renunciar a ello resulte bien. Pero habrá que demostrarlo en los sucesivos programas; y tendrá el público que acostumbrarse -o no- a lenguaje de la pobreza y de antigüedad.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.