_
_
_
_
Crítica:HOMENAJE A BARBARA STANWYCK
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Atractivamente especial

A las nuevas generaciones consumidoras de papilla televisiva sus facciones se asociarán al segundo a las de la anciana millonaria de Los Colby, hermana, creo que era hermana, de Charlton Heston. Para los que, en esto de la pequeña pantalla y en tantas otras cosas, andamos con un par de décadas más a las espaldas, ella es la autoritaria madre de un western familiar y seriado, Valle e pasiones, oportunamente rescatado por las televisiones autonómicas estos días. En ambos casos, una mujer con sus posaderas sólidamente asentadas en el trono institucional más respetado por la sociedad yanquee, dios y la patria al lado.Hay que reconocer que la actriz, la actriz avejentada que es desde hace ya muchos lustros Bárbara Stanwyck, da ese tipo de mujer a la perfección. Pero Bárbara Stanwyck, a quien esta noche podremos ver homenajeada por la corte faraónica hollywoodiense, para el amante del cine no es ésa sino otra, y muy lejos de encarnar valores patrios, espíritu constitucional y hogar para toda una vida. Por ejemplo, puestos ya a presidir una mesa de comensales con el revólver al cinto y un rancho de altura, el cinéfilo la recordará en Forty guns, un dinámico westem de Sam Fuller donde sus rasgos, oportunamente virilizados, entroncaban directamente con la filosofía de los outsiders y el destino de los sin ley.

Otros westems de categoría, como Las furias de Anthony Mann o La reina de Montana de Allan Dwan -compartiendo papel estelar con Ronald Reagan, nada menos-, la tuvieron a ella sin que su figura femenina, a veces a medio camino del ser andrógino, desentonara en un universo y una iconografía esencialmente masculinos.

Más allá del Far West, la Stanwyck ha sido una mujer no especialmente atractiva sino atractivamente especial, de mirada luminosa y ambigua, que mejor ha estado cuanta más perfidia haya podido irradiar. Ya sea en la comedia, sobre todo en Bola de fuego, de Howard Hawks, donde encarnaba a una vivaz cabaretera caída en un plácido arroyo de bonachones profesores capitaneados por Gary Cooper, a quien seducía irremediablemente, ya en un drama como Perdición, de Billy Wilder, en una genuina femme fatale de cine negro, los atractivos de Bárbara Stanwyck -ácida, divertida y tan excelente comedianta como Carole Lombard o Claudette Colhert, tan trágica como la Marlene Dietrich de Fatalidad- nos arrebataban, vendíamos el alma al diablo y emprendíamos un deletéreo camino al fin del mundo, o a los infiernos, que lo mismo da.

Dado que el contexto en que vivió sus años de gloria era el Hollywood de las convenciones, su potencial erótico, de deseo irracional y huida romántica al fondo de los océamos del amor se vio notablemente amortiguado por un buen número de filmes sin ángel, acomodaticios y conformistas.

Homenaje a Barbara Swanwyck, por TVE-1, a las 23.00.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_