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Crítica:'BLACKE, EL MAGO'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un fracaso misterioso

Una nueva serie policiaca debuta hoy en nuestra pequeña pantalla. Se trata de Blacke, el mago, una producción de la Universal Television creada por el mismo equipo de la popular serie Se ha escrito un crimen: Peter S. Fischer y el inseparable tándem Richard Levinson-William Link, expertos en relatos de misterio a quienes se recordará como los autores de Columbo, Mannix, McCloud o Ellery Queen, teleseries que en muchos sentidos aportaron nuevas perspectivas a este prolífico género televisivo.Las historias de policías y detectives en televisión tienen una larga y cambiante historia que empieza, más o menos, a finales de los cuarenta, cuando la cadena norteamericana Dumont, ya desaparecida, estrena los primeros policíacos (Public Prosecutor y They stand accused). Los programas de entonces combinaban la ficción dramática y el juego, presentando en cada episodio un caso a resolver en el que intervenían actores profesionales y personas que se autointerpretaban (jueces, abogados, etcétera). No era infrecuente que el telespectador tuviera que acudir a un diario del día siguiente -como ocurrió con el programa Chicagoland Mystery Players, emitido en 1949- para averiguar quién era el asesino; o llamar por teléfono a la cadena emisora -Stand Byfor Crime, el primer programa de televisión transmitido desde Chicago- para aventurar una posible solución antes de que el programa desvelara la personalidad del culpable. Desde entonces, una gran variedad de fórmulas se han ido aplicando al género. Una de las variaciones más fecundas ha consistido, precisamente, en la inversión del esquema anterior. El desafío a la capacidad especulativa del telespectador ha cambiado de dirección, como ocurre en cierto modo en Blacke, el mago.

Una fórmula distinta

Aquí, el suspense no reside tanto en la identificación del asesino -tarea que le es enormemente facilitada al espectador- como en la manera en que Alex Blacke (Hal Linden), un mago retirado, recompone el rompecabezas que le lleva a descubrir al culpable. El invento no es nuevo -R. Austin Freeman lo hizo antes en literatura-, aunque puede decirse que la personalidad de la popularísima teleserie Columbo derivó de esta particularidad estructural (desde el comienzo de cada episodio, el telespectador, que presenciaba la comisión del crimen, conocía la identidad del asesino).Columbo fue una de las criaturas de los varias veces galardonados Richard Levinson y William Link, escritores y productores de relatos de misterio con quienes ya colaboraba en esas fechas (1971) el entonces joven guionista Peter S. Fischer. Juntos estuvieron en varios exitosos empeños (Ellery Queen, por ejemplo), pero los telespectadores recordarán mejor uno de los últimos, Se ha escrito un crimen, la popular dramedy (el concepto, una síntesis de drama y comedia, está haciendo estragos en la más reciente producción norteamericana, y puede aplicarse a casi todos los espectáculos de policías y detectives de los últimos años) interpretada por Angela Lansbury. En Blacke, el mago, Fischer es productor ejecutivo y guionista, pero la idea para la serie fue pergeñada por la pareja Levinson y Link. Así garantizado el programa, éste debutó con buenos augurios en enero de 1986. La serie, sin embargo, no sobrepasó una más que discreta temporada en antena, lo que la convirtió, en cierta medida, en un misterioso fracaso.

Blacke, el mago se emite hoy, a las 23.45, por TVE-2.

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