La caza de Dios

La atrevida empresa de realizar una versión cinematográfica de Moby Dick, reunió en 1956 a dos personajes antitéticos: John Huston, el director, y Ray Bradbury, el guionista. Bradbury, autor de ficción científica poética como Crónicas marcianas, o memorias nostálgicas como El vino del estío, tenía que chocar de entrada con Huston, vitalista, sarcástico, aventurero. Del encuentro entre ambos surgieron ricas anécdotas, pero también una película en la que lo lírico y lo épico se funden. Y ese es precisamente el tono de lo narrado por Ismael, inocente cronista de la gesta cuasi bíblica de Achab.El filme logra lo más difícil, traducir en imágenes no sólo la apasionante aventura del Pequod, sino el subtexto, lo terriblemente blasfemo de la actitud de Achab, lo numinoso de Moby Dick, el leviatán de las profundidades que simboliza a Dios.

Bradbury se encontró con uno de los textos más densos y simbólicos de la literatura y se enfrentó a él con pasión. Respetó fielmente el espíritu del libro, aunque tuvo que suprimir partes.

En todo caso, lo único a lamentar en el filme es que Orson Welles (magistral como el predicador Mapple), no reemplazara a un correcto pero algo inexpresivo Gregory Peck, en el papel del mutilado Achab. Hubiera sido una caza inenarrable.

Moby Dick se emite hoy a las 0.40 por TVE-1.