Relevo en Praga
LLAMA LA atención que Checoslovaquia sea el primer país del Este, desde que la URSS vive la hora de la perestroika, en el que se ha realizado el relevo del máximo dirigente del partido. Tal relevo era urgente. Husak encarna la peor tradición de la época brezneviana: un dirigente colocado en el poder contra unos reformadores y como resultado de una intervención militar soviética.El partido comunista checoslovaco fue sometido a una purga radical después de la intervención soviética de 1968. Se expulsó a decenas de miles de miembros. La aprobación de la entrada de las tropas de la URSS era condición imprescindible para seguir en el partido o poder ocupar cualquier cargo. Ello eliminó a miles de dirigentes, en todos los niveles, comprometidos con el intento de reforma de Dubceck.
El actual equipo dirigente se ha apoyado en dos pilares: fidelidad a la URSS y negativa a las reformas. Ambas cosas han entrado hoy en una contradicción radical. De Moscú llega un ejemplo y una presión en favor de reformas que en no escasa medida se parecen a las de la primavera de Praga. Se crea así una situación insostenible, agravada por la dependencia económica de la URSS, que no permite ignorar las tendencias que predominan en la política soviética. La dimisión de Husak es el primer paso para salir de ese círculo vicioso. Pero el cambio es complejo.
Por las características del partido checoslovaco después de 1968, las corrientes reformistas en su seno surgen sobre todo a partir de necesidades económicas, como reacción al deficiente funcionamiento del Estado y del sistema productivo. Es un reformismo con predominio de corrientes tecnocráticas. La demanda de democratización, fuerte entre la población, no tiene eco en las filas del partido. Incluso los sectores dogmáticos e inmovilistas, con gran peso desde 1968 en los órganos dirigentes, tienden a aceptar cierto refarnúsino económico, pero con un mínimo reflejo en lo político.
En ese marco se sitúa la elección de Milos Jakes para sustituir al veterano Husak. Jakes perteneció al grupo de los duros en 1968, y su papel fue decisivo en la purga de los reformistas. Pero es una persona gris, que se adapta a los vientos que dominan. últimamente se destacó por su apoyo a la línea de Gorbachov. ¿Pero es plenamente satisfactoria para Gorbachov la elección de Jakes? Diversos indicios aconsejan ponerlo en duda. Jakes, en su primer discurso como secretario general, ha formulado un programa que se puede resumir así: reforma económica, sí, reforma política, no, o muy poco.
Por su parte, Gorbachov, en un telegrama de felicitación, le desea éxito en las "grandes tareas" que hace falta llevar a cabo, no sólo en la "reestructuración del mecanismo económico", sino en la "democratización de la vida político-social". Palabras que resultan explosivas en Praga.
En cualquier caso, una separación rígida entre lo económico y lo político choca con la realidad misma. Para dinamizar el sistema económico es ineludible cierta apertura política, y en las actuales condiciones lo más probable es que los pasos iniciales, por prudentes que sean, tenderán a ampliarse irremisiblemente. Las raíces democráticas son fuertes en la sociedad y en la cultura de Checoslovaquia.
La dimisión de Husak tiene el valor de una primera ruptura del inmovilismo en Praga. Y debilita uno de los centro exteriores en que los conservadores de Moscú podían tener ciertos apoyos en su oposición a la perestroika.
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