_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Viento

La única ciencia autonómica que respeto es la ciencia de los vientos. No la anernografia, sino la vieja sabiduría de reconocer vientos a primera vista y luego llamarlos por su nombre verdadero, invocarlos o maldecirlos por sus olvidados apellidos locales. Desconfilo de esos autonomistas fanatizados con las difelencias lingüísticas comarcales, capaces de matar por un fonema mancillado o de secuestrar banqueros en nombre de curiosas desinencias verbales, pero analfabetos con sus propios vientos, incapaces de recitar las propiedades de sus soplos y de interpretar correctamente sus arcanas e influyentes ventoleras.Porque los vientos, en contra de lo que pudiera parecer, tienen fronteras muy rígidas, son acontecimientos rabiosamente locales, y según viajan en el tiempo y en el espacio van cambiando de raza, de química, de magnetis¡no, de acento. No me vale que las crónicas de hoy le echen la culpa de las inclemencias atmosféricas que padecemos al viento del Norte que asola el continente. Esos mapas del tiempo nos engañan con sus generalizaciones a ojo de buen satélite. A esa nortada, en mi tierra, le decimos el viento gallego, pero nuestros vecinos, más míticos, lo nombran como los antiguos griegos; dicen Boreo, y enciman lo adjetivan al modo de Shakespeare cuando se les pone furioso con los abedules de la Terrachá y espanta el ganado: "That ruffian Boreas". Pero este duro viento mayor, este vendaval del Norte, también es el Bai del Egipto faraónico, y el temible Breva del lago Como ' y el Burán y el Myatel de las Rusias, y el Matacabras de La Mancha, y el Iseran de los Alpes franceses, y también el Circias de la Roma de los últimos césares, y por qué no, el Pei Fung de China o el Pruga de Alaska.- Y en cada una de estas grandes geografías, a medida 'que descendemos de escala, surgen nombres nuevos, y lo que era un viento único, universal, mayúsculo y singular vendaval de etnia platónica, se fragmenta, adquiere rango de plural, y abate el bosque, hiela los cuerpos y agita las costas de manera distinta, tan modélicamente autonómica.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_