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Las Palmas aprovechó el destierro del Español

Aseguran quienes viven en el Empordà que la tramontana, ese viento que sopla con fuerza por esas tierras, es capaz de volver loco a cualquiera. Ayer sopló con fuerza en Figueres y de la enajenación futbolística del Españo1se aprovechó la Unión Deportiva Las Palmas que, curiosamente, se adaptó mejor a las malas condiciones climatológicas que su rival. El Español regresó a Barcelona de su obligado destierro zumbado por el peso de dos nuevos negativos, pero no fue el único. El segundo entrenador del Inter, rival españolista en la Copa de la UEFA, también regresó a Italia alucinado. Venturi, al igual que los periodistas italianos desplazados a Figueres, no entendían cómo aquel equipo había podido eliminar al Borussia y al Milán.Y la verdad es que Javier Clemente, técnico blanquiazul, no jugó al despiste. Alineó a sus mejores hombres y hasta se acordó de Lauridsen, por aquello de que el danés soba muy bien el balón y esa era la principal característica del rival. Todo le salió al revés. Clemente había pronosticado un día de fiesta futbolística y acabó siendo un desastre.

Pero, curiosamente, los comienzos del Español no pudieron ser mejores. Durante 10 minutos y con el viento en contra, arrinconó al equipo canario en su área. Pero fue entonces cuando el chileno Contreras, que se movió con el campo con una incipiente barriguita, se internó por la banda derecha, sin apenas oposición, y centró sobre el área para que Narciso, con la ayuda inestimable de Urkiaga adelantara a su equipo en el marcador.

El entusiasta público que llenó el estadio municipal de Figueres no se lo creía. El empate llegó en un benevolente penalti señalado por García Sánchez. Pero el gol de Pichi solo sirvió para poner paños calientes a un equipo que no daba una a derechas.

La puntilla la dió otra vez Coque Contreras, que en posición dudosa, recogió un balón y se lo sirvió justo en la punta de la bota a Oramas, que con la ayuda del viento lo colocó por la escruadra derecha de un Nkono incrédulo, después de haberse pasado el partido realizando ejercicios contra el frío.

Ni el descanso ni la ducha aclararon las ideas del Español empeñado en practicar un fútbol tosco, primitivo y carente de imaginación. El único que daba la impresión de despertar de su letargo era Laurdisen pero sus centros jamás eran aprovechados por sus compañeros y, además, jugaba bajo el fantasma de la sustitución que inevitablemente se produjo porque Clemente entendió que para sacar aquello adelante necesitaba trotones y hombres altos sobre el terreno de juego.

Una vez más, el técnico vasco se equivocó. Sus hombres se dedicaron a lanzar balones y más balones, sin orden ni concierto, sobre la meta de un inspirado Manolo, con la esperanza de que les favoreciera el viento. Se olvidaron de jugar al fútbol y tampoco recordaron que enfrente tenían a un equipo que maneja el balón con precisión y que con el paso de los años también ha aprendido a defenderse.

Hubo sustos y nada más. Ni siquiera las picardías de Valverde, que estuvo escondido en su banda, atontado por la tramontana por el resto de sus compañeros. Quizás mañana espabilen cuando su técnico Clemente les explique cómo juega el Inter de Milán. Porque Clemente viaja hoy a Roma para ver en acción al conjunto italiano y quizá para preguntar a algún metereologo si soplará viento en el estadio Giuseppe Meazza de Milán el miércoles.

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