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La reina Isabel II media para superar la crisis matrimonial del príncipe Carlos y 'lady' Diana

El supuesto mal estado del matrimonio de Carlos de Inglaterra y lady Di ocupó ayer las primeras páginas de la Prensa dominical británica. La ausencia de la princesa en una boda a la que asistió la familia real echó leña al fuego de los rumores que colocan a la pareja al borde de la ruptura, a pesar de la mediación de la propia reina Isabel II. La Prensa seria ya habla de las eventuales repercusiones constitucionales que pudiera tener el divorcio del heredero de la corona.

La historia del matrimonio entre el maduro príncipe Carlos y la joven Diana hace tiempo que para la Prensa popular ha perdido sus ribetes de cuento de hadas para convertirse en una trifulca propia de la jet-set marbellí.Los periódicos sensacionalistas, que atraen a millones de lectores, llevan meses siguiendo al minuto el distanciamiento de la pareja real. Los rotativos cuentan cómo la pasada primavera Carlos y Diana estuvieron 35 días separados, o habIan de que hace mucho tiempo que no comparten el tálamo. La estancia veraniega de la pareja real en Mallorca también dio lugar a toda clase de especulaciones en la Prensa popular. Pero ha sido la larga ausencia otoñal de Londres del príncipe, que dejó a su mujer y a sus hijos durante más de un mes para refugiarse en un castillo de Escocia, la que ha llevado al resto de los medios de comunicación a seguir el asunto.

Intervención de Isabel II

La reina, ausente en Canadá para asistir a la cumbre de la Commonwealth en los días en que la crisis alcanzó sus más altas cotas, convocó el pasado martes a su hijo y a su nuera, según se supo ayer. Tras el encuentro, que duró alrededor de media hora, un miembro del servicio de la residencia de los príncipes declaró a un periódico dominical: "La impresión es que, fuera para lo que fuera la visita, no ha sido un éxito". Según el mismo rotativo, en palabras de las que se hace eco en primera página The Sunday Times, lady Di dijo a su marido: "Ella [la reina] debería meterse en sus asuntos. Eso es todo lo que pido".Lady Di no acompañó el sábado a Carlos a la boda de una prima del príncipe, a la que asistió la familia real en pleno, con excepción de la princesa Ana, que tenía contraído otro compromiso. La ausencia de la princesa de Gales -que se dijo que se había quedado en palacio preparando el viaje que ayer emprendió junto con Carlos a la República Federal de Alemania- constituyó el centro de atención de la ceremonia, seguida por numerosos periodistas. "Para ellos el interés no estaba en el comienzo de un matrimonio. Estaba en el final de otro", indicaba ayer en primera página The Observer, otro de los dominicales serios.

[La pareja apareció ayer sonriente y distendida en Berlín Oeste, en el primer día de su gira a la RFA, informa France Press. La visita oficial de una semana dará comienzo hoy.]

Algunas voces, poquísimas, se han levantado contra la Prensa por este seguimiento implacable de las relaciones entre Carlos y Diana, del mismo modo que se ha criticado a la pareja por no guardar las formas. En este aspecto, quien lleva la peor parte es Carlos quien tiene fama de no hacer caso a sus consejeros, y no hace nada por desdecir la imagen de esposo y padre distanciado. Diana tampoco está libre de ataques. Ayer mismo se la acusaba de petulante, aunque, en general, ella es mejor comprendida.

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En medios políticos existe preocupación por el cariz que está tomando el caso. Se considera que una parte del desentendimiento del príncipe nace de su falta de acomodo en un sistema que, a los 39 años, le mantiene apartado de posiciones de responsabilidad y que además amenaza con prolongar la situación por muchos años. Los laboristas han dado a entender que quisieran ver al príncipe Carlos desempeñar alguna posición relevante y activa en la que pudiera desarrollar todas sus capacidades.

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