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"James Baker es responsable en gran parte de la crisis actual de los mercados bursátiles"

"El secretario del Tesoro de Estados Unidos, James Baker, es en gran parte responsable de la crisis actual de los mercados bursátiles internacionales y del fuerte descenso experimentado por el dólar norteamericano", a juicio del político liberal y ex ministro de Economía de la República Federal de Alemania (RFA) Otto Lambsdorff. La verdad, declaró en una entrevista a EL PAÍS, "es que hay motivos para estar preocupados" por la debilidad del dólar.

El conde Lambsdorff, de 60 años tuvo que dimitir en junio de 1984 de su cargo por su presunta conexión en el famoso escándalo Flick, el consorcio empresarial que financiaba ilícitamente a partidos políticos a cambio de concesiones fiscales.Fue absuelto en enero de este año por un tribunal de la República Federal de Alemania de la acusación de soborno, pero condenado a pagar una fuerte multa por evasión de impuestos. Al referirse a la sentencia, confiesa que no está completamente satisfecho, pero que no tiene intención de recurrirla.

Lambsdorff pronunció en Madrid, una conferencia sobre la actual situación de la economía mundial y se entrevistó con el ministro de Industria, Luis Carlos Croissier, el secretario de Estado de Economía, Guillermo de la Dehesa, y el gobernador del Banco de España, Mariano Rubio.

"Las razones de fondo de la crisis bursátil -declaró el político alemán- residen en los fuertes desequilibrios económicos existentes así como en la utilización de criterios técnicos de las propias bolsas, pero es probable que la crisis haya podido ser provocada por unas injustas manifestaciones de Baker.

El secretario del Tesoro norteamericano criticó duramente días atrás la política de tipos de interés ejercida por el Bundesbank, al tiempo que insinuó que Estados Unidos permitiría que el dólar continuara su curso descendente, desmarcándose así del proceso de coordinación de políticas elaborado en la última reunión de los ministros de Economía de los siete países más industrializados el pasado febrero en París (acuerdo del Louvre).

En opinión de Lambsdorff, con esas declaraciones Baker entró como un elefante en una tienda de porcelanas".

Las cosas pudieron enderezarse algo gracias al encuentro relámpago que mantuvo el ministro norteamericano con su homólogo alemán, Gerhard Stoltenberg, reafirmando el compromiso de Estados Unidos con el acuerdo del Louvre, y sobre todo con el anuncio del presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, de iniciar negociaciones con el Congreso para tratar de controlar el abultado déficit presupuestario estadounidense.

Motivos de preocupación

Los bancos centrales de los países más ricos están interviniendo los mercados para intentar detener el fuerte descenso experimentado por el dólar. "Estamos en un momento en el que hay motivos para sentirse preocupados. Los efectos de una caída libre del dólar pueden ser muy perniciosos pues provocarán un aumento de la inflación y de las tasas de interés, con el consiguiente perjuicio para los países endeudados y el peligro de una recesión económica mundial".Pese al delicado momento que se respira por la crisis bursátil y la incertidumbre sobre el crecimiento futuro de la economía norteamericana, el político alemán no es completamente pesimista y no cree que nos hallemos en una repetición de la crisis de Wall Street de 1929.

"No hay razones para tener visiones apocalípticas de que se repita la crisis de 1929", ha dicho en Madrid el ex ministro alemán a los empresarios españoles, "porque la economía mundial, a pesar de todos los desequilibrios, tiene hoy más poder de recuperación que en 1929 y la coordinación internacional, aunque funciona ocasionalmente, lo hace mejor".

Lambsdorff cree, por otra parte, que no hay alternativa por ahora a la flexibilidad de las tasas de cambio y opina que para robustecer la economía mundial es imprescindible la reducción del déficit presupuestario de EE UU y combatir el proteccionismo comercial. Y continuando con el reparto de papeles, considera que Japón debe abrir más su mercado interno y Europa tiene que eliminar las barreras estructurales que dificultan un mayor crecimiento.

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