Nazismo e islam

Respondo a la carta publicada el 22 de octubre en EL PAIS de Juan Martos Quesada y seis firmas más, por el Comité de Solidaridad con la Causa Árabe. Nada se oculta tras mi artículo, sino mi propia, dolorida sorpresa. Confieso haber ignorado la posición política de Karen Blixen hasta que leí sus ensayos, recientemente publicados, como así los vínculos ideológicos entre el neonazismo y la oficialidad islámica denunciados en el artículo citado de Le Monde. Supongo que no soy el único sorprendido, y de ahí mi propio artículo. No fui nunca, ni soy, sionista. Afirmo, eso sí, que equiparar sionismo y racismo es un acto que sí oculta algo, algo que no comparto: que el antisionismo es hoy una cómoda máscara para los antisemitas de siempre, que la causa palestina es legítima y que la desventura de la diáspora palestina de hoy es equiparable a la de los judíos de antes de 1948. Me duelo por cada muerto en el conflicto de Oriente Próximo, sea del bando que sea, pero constato que la macabra contabilidad de bajas demuestra que los palestinos han sufrido infinitamente más a manos de los ejércitos árabes que del ejército israelí. Desde 1967 y la llamada Guerra de los Seis Días estoy convencido de que un diálogo desprejuiciado entre árabes e israelíes redundaría en beneficio del pueblo palestino yexecro las intransigencias de ambos bandos que hacen el diálogo imposible. Ese diálogo deberá hacer frente al futuro, pero será imposible mientras los sectarismos de los unos y de los otros den prioridad a la obsesión por esconder las verdades, no siempre agradables para sí mismos ni condenatorias del adversario, de las respectivas historias. Los pueblos que huyen de su historia en lugar de reconocer sus errores, lamer sus heridas y levantar la, cabeza al futuro están condenados a repetirla- Mario Muchnik.