La primera partida terminó de una manera poco frecuente
En ajedrez, los empates se producen generalmente por mutuo acuerdo. Sin embargo, existen otros tres caminos para que una partida termine en tablas: rey ahogado, 50 jugadas sin mover un peón o capturar una pieza, y triple repetición de posiciones. Este último caso originó el reparto del punto el lunes en la primera partida entre Kasparov y Karpov. Según el reglamento, una partida termina en tablas si se repite tres veces, alterna o consecutivamente, la misma posición en el juego.
Este es el enunciado general, pero existen importantes matizaciones. En la jerga ajedrecística suele hablarse de tablas fotográficas cuando el empate se produce de esta forma, pero esta expresión es inexacta porque, aun en el caso de que tres posiciones sean idénticas, las posibilidades dinámicas de las piezas también deben serlo. Por ejemplo, la realización del enroque puede ser posible en la primera posición repetida, pero no en una de las siguientes porque, en el intervalo, se ha movido el rey o la torre correspondiente, lo que conlleva la pérdida de la facultad de enrocar por ese lado.La excepción puede aplicarse también a la captura al paso de un peón que, desde la quinta fila, captura a otro que se ha movido desde la segunda a la cuarta, como si lo hubiera hecho a la tercera. Pero esta captura sólo puede efectuarse en la jugada siguiente al movimiento del peón agredido, ya que después se pierde el derecho. Siglos atrás, esta Fue una rectificación del reglamento para compensar otra: la posibilidad de que los peones situados en la segunda fila puedan moverse uno o dos pasos, a voluntad del jugador.
Posición Idéntica
Por último, si la posición es idéntica, pero no le corresponde mover al mismo jugador, nadie puede reclamar el empate. Este es un recurso interesante en algunas posiciones donde, paradójicamente, la obligación de jugar supone un perjuicio, porque todas las piezas están ya en la mejor situación. En ese caso, el bando que tiene ventaja debe maniobrar para que se produzca la mismafotografía, pero cambiando el turno de jugar. Así, el rival se verá forzado a estropear su posición, mientras la propia conserva una estructura óptima.
La reclamación de tablas por triple repetición suele efectuarla el jugador a quien corresponde mover, que se dirige al árbitro para indicarle que, con su próxima jugada, se producirá la tercera fotografia. Pero también puede hacerlo el oponente, argumentando que, tras el último movimiento del rival, ya se ha dado la triple repetición. En ambos casos, el juez lo comprueba, tras parar el reloj, reproduciendo la partida en un tablero aparte.
Este proceso suele originar estados de nerviosismo colectivo, especialmente en las competiciones por equipos, donde la táctica a seguir por los compañeros puede variar totalmente en función de cual sea la decisión del árbitro.
La situación puede ser muy conflictiva, o incluso dramática, si uno o ambos jugadores están apurados de tiempo y han anotado los movimientos realizados de forma imprecisa, con el nerviosimo correspondiente. A veces, algunos jugadores maliciosos aprovechan los apuros de tiempo para apuntar dos o tres repeticiones que en realidad no se han producido.
En un caso así, cuando las planillas de los contendientes son distintas, sólo la presencia de algún testigo cuya imparcialidad no ofrezca dudas para el árbitro puede descubrir al mentiroso. En caso contrario, la partida debe continuar.
Si la reclamación realizada es incorrecta, el jugador es penalizado y se le añaden cinco minutos al tiempo consumido en su reloj.
Precisamente eso es lo que tuvo que hacer una vez el holandés Geurt Gijssen, árbitro de la final de Sevilla, con Karpov en la primera partida celebrada el lunes. También los campeones pueden equivocarse en cuestiones reglamentarias.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.