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Los santos no vienen del cielo

El alquiler de vídeos religiosos, última innovación en el negocio de la venta de imaginería sagrada

Los religiosos paulistas han sustituido las visiones por el visionado. Desde junio, el negocio de venta de material religioso se ha ampliado con la compra y alquiler de videos de Jesucristo, de santos o de vidas más o menos ejemplares. Video San Pablo comenzó su actividad en la calle madrileña de la Paz; allí compiten cinco tiendas, en un palmo de terreno, por vender al mejor precio inmaculadas, sagrados corazones y reyes magos.

Vídeos San Pablo hace esquina con la plaza del Ángel y la calle de la Cruz. "Con estar aquí ya hacemos apostolado", dice Lorenzo, uno de los siete religiosos paulistas que trabajan en la tienda. El negocio parece próspero. En la caja hay que hacer cola para pagar el disco de música gregoriana, el crucifijo para el cuello o el material didáctico para colegios religiosos. Hace cuatro meses la segunda planta se dedicó a los sistemas audiovisuales, con un rincón para la venta y alquiler de vídeos de santos.La cinta más fuerte del repertorio es Tristana, de Buñuel, y la de más éxito, Jesús de Nazareth, de Zefirelli, y Molokai. El 90% de la clientela procede de órdenes religiosas, que proyectan los vídeos en colegios, hospitales o residencias. No hay mucho donde elegir. "Sólo tenemos las películas con fondo religioso". Según Lorenzo cumplen este requisito La Raulito, Ciudadano Kane y las de Paco Martínez Soria, como El Calzonazos. La religiosidad se extiende a cintas antinucleares como El día después y antiabortistas como Madre, quiero vivir.

Escasez de oferta

Lorenzo se queja de que no hay muchas para alquilar. La orden paulista palía la escasez con sus propios recursos. Ha comprado los derechos de distribución en Europa de vídeos didácticos. Con Vídeo San Pablo, los colegios religiosos pueden aprender biología, geografía, física o educación sexual.Por el moderno local pasea mucho religioso, todos con trajes o faldas, pocos viejos y bastantes jóvenes. "últimamente vienen más. Creo que están saturados de todo y siguen buscando algo que les llene".

La última oportunidad está en Vídeos San Pablo. Antes el local estaba en un sótano de la calle de la Paz, junto a otras cinco tiendas del mismo gremio. En 20 metros de calle sólo se ven vírgenes, santos y Jesucristos, de niño y de adulto. Los niños en la cuna son negros o blancos; pero ya crecidos, con la bola del universo en la mano, sólos los hay de un color. Realmente, los empleados de esas tiendas son los que están más cerca de Dios. Espiritualmente, no. Una empleada de Luis Vivas alude a la "deformacion profesional" para contestar a la pregunta de si cree en lo que vende. La tendera de EMA, que anuncia en el escaparate cese del negocio, es más tajante: "Yo llegué a aquí como empleada, no como católica".

Sin embargo, gracias a Dios han vivido cinco generaciones de Hernández. Instalados desde 1852, ahora Pepe, Enrique y Martín Hernández montan amenas tertulias mientras llega algún cliente. "En estos tiempos sólo vienen los auténticos católicos, no como antes", dice Enrique, que lleva una correa de reloj con la bandera nacional franquista. "Antes trabajábamos mucho por Corpus Christi, la Ascensión, la Inmaculada, San José... pero ahora cambian la fiestas y disminuye la vocación. Nos confunden a todos", dice Martín. Pepe demuestra a sus hermanos que "la fiesta de la raza" no es el día de la Virgen del Pilar, sino de la de Guadalupe. "Porque América la descubrieron los extremeños y llevaban su virgen, la de Guadalupe".

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Para Pepe la decadencia del negocio arranca de 1492: "Cuando pisamos América, clavamos un crucifijo; cuando los americanos llegaron a la luna colocaron su bandera".

Los de enfrente, la tienda Heyca, han resuelto los problemas de la modernidad. En sus estanterías descansan todos los hombres sagrados de América Latina. En verano, los turistas de Miami que llegan a Madrid se pasan por aquí para llevarse los santos que se dejaron en Cuba, especialmente la Virgen de la Caridad del Cobre.

Los empleados de Heyca se precian de ser los que más santos venden. Tienen para complacer a todos. A simple vista se distingue un santo español de uno americano. Parece que los que subieron al cielo en el otro lado del océano, lo hicieron más alegremente, con ropas más vistosas. Un señor de traje negro y sombrero es la excepción. "Es el doctor José Gregorio Hernández, los venezolanos se lo llevan mucho", explica Roberto. "Todavía no es santo, pero le van a hacer pronto. Visitaba a los enfermos pobres sin cobrar".

Quizás en Venezuela el futuro santo doctor haga la competencia a san Pancracio, patrono de la salud, del trabajo y del dinero. Es imposible que toque la lotería a todos los que tienen un san Pancracio en su casa. Son tantos los que se venden, según Roberto, que ya es difícil que el patrono del trabajo no esté en casa de algún parado.

A excepción del san Pancracio, que se hace en tamaño bolsillo, para tener un santo en casa hay que pagar varios miles de pesetas. "Algunos clientes se quedan helados de los precios, pero yo ya les digo, señores, que los santos no vienen del cielo, vienen de la fábrica", De Olot, concretamente.

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