Nuevas multas
Leídas con atención las nuevas tasas de multas por exceso de velocidad, la indignación ha hecho acto de presencia. Los señores del Gobierno, en este viaje se han pasado. Dicen que lo hacen para evitar accidentes, pero yo no estoy seguro de que ésta sea la forma adecuada.Que yo sepa, nunca las multas han descendido de cuantía; siempre han subido, y además paralelamente a la capacidad de la Administración para cobrarlas. A pesar de esto, casi todos los años tenemos récords en cifras de muertos por accidentes de circulación, causados muchas veces por exceso de velocidad.
Podría haber un punto de sujeción en estas subidas aludiendo a las cuantías de dichas sanciones en Europa -cuantías que, por otra parte, desconozco-, pero como está tan de moda todo lo europeo no me extrañaría que salieran con eso. En cualquier caso, esto tampoco tiene mucho sentido, pues no basta con adecuar las sanciones; también hay que adecuar el Código de Circulación y la red de carreteras. No puede ser que autovías diseñadas para ser recorridas a velocidades claramente superiores a los 100 kilómetros por hora mantengan todavía esa limitación.
Cualquier vehículo circula a 120 kilómetros hora sin grandes apuros. Lo de las autopistas a 120 kilómetros por hora ya ni lo comento porque es de vergüenza. Las carreteras nacionales siguen pasando por medio de pueblos cuyos habitantes están vendidos a los vehículos, vayan a 50 o a 100 kilómetros por hora.
Primero deben adecuar las carreteras a los vehículos actuales (ya quedan pocos seiscientos, con todos los respetos) y luego podrán exigir. Por último, decir que si lo que quieren de verdad es evitar accidentes, lo que tienen que hacer es poner un guardia al principio de una zona peligrosa avisando de la presencia de flash, con lo cual el conductor modera su velocidad y evita el posible accidente, porque al atropellado poco le importa que le plasmen el momento en papel Kodak. Al final, todo esto no es más que otra muestra de la indefensión del ciudadano ante la Administración. Nos dejan el recurso al pataleo, pero no nos escuchan.-
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