_
_
_
_
II CAMPEONATOS MUNDIALES DE ATLETISMO

Un palacio para el hombre más rápido

Santiago Segurola

Ben Johnson es un hombre extremadamente reservado. Sus relaciones con la Prensa han comenzado a normalizarse esta temporada, después de que los periodistas aceptaran que era el más veloz del mundo. En los Goodwill Games celebrados el pasado año en Moscú, después de humillar a Lewis -9.95 contra 10.06-, su primer trabajo fue espetar a los reporteros: "Soy el mejor. El recelo se multiplica cuando se le requiere para hablar sobre su vida privada. Johnson, cuyo carácter está situado en las antípodas del de Carl Lewis, sólo quiere hablar de atletismo.La cerrazón de Johnson no le impide jugar sus bazas publicitarias. Días antes de llegar a Roma confirmó que en breve se casará con Jade Stevens, una británica de padre jamaicano y madre napolitana. Su segundo apellido es Minoletti. El dato no ha pasado inadvertido a los romanos, que, por vía indirecta, se han visto unidos al destino sentimental del bólido canadiense.

Más información
Johnson: "Mis 9.83 segundos habrían sido 9.75 de haber corrido los 100 metros en altitud"

Johnson asegura que el temperamento vivaz de Jade le ayuda a superar su naturaleza introvertida. Su acceso al estrellato no ha modificado sus costumbres. El velocista siempre afirma que el único dinero que ha conocido es el que le ha proporcionado su actividad en las pistas. Johnson vivió una infancia extremadamente pobre en Jamaica. El recuerdo de aquellos años en Falmouth no le abandona. Allí comenzó a impregnarse de la magia del reggae -es un devoto de Marley y Toot and The Maytals-, a la vez que tomaba como modelo a Donald Quarrie, el elegante velocista Jamaicano que fue capaz de atacar la supremacía estadounidense durante el decenio pasado.

Casi un asceta

Su vida en Canadá está exclusivamente dedicada al atletismo. En los estadios ya ha amasado la fortuna que le ha permitido iniciar la construcción de una mansión que acoja sin estrecheces a su familia -Johnson tiene cinco hermanas y un hermano, algunos de los cuales viven en Jamaica-. El coste de la casa, 750.000 dólares (unos 100 millones de pesetas), es un espectacular indicio de las ganancias de Johnson.

Quizá el palacio sea la única inclinación a la ostentación de Johnson. Por lo demás, es casi un asceta. Mientras Lewis es un apasionado de los coches deportivos, de los que tiene una buena colección en su garaje, Johnson todavía observa con envidia los modelos de Ferrari. Sin embargo, se resiste a comprar una de estas máquinas. "Me encantaría comprar un Ferrari, pero por ahora mis ingresos no me permiten adquirir un coche semejante".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_