Un niño de ocho años murió el viernes al ser atropellado por un tren en Canillas
Ricardo Naude Hurtado, un niño de ocho años de edad, resultó muerto el viernes al ser atropellado por un tren a la altura del barrio de Canillas, poco antes de que el convoy llegara a su destino, en la estación de Chamartín. El terrible accidente ocurrió cuando él y varios amigos suyos jugaban en la vía. Los padres de Ricardo estaban ayer completamente destrozados por la muerte de su hijo, al que llamaban cariñosamente bienvenido mister Richard, por ser el primer hijo varón de los cinco del matrimonio.
El viernes, aproximadamente a las ocho de la tarde, Ricardo y tres o cuatro amigos más del barrio se fueron a jugar por una zona de descampados entre fábricas y bloques de viviendas que hay en el barrio de Canillas, muy cerca de su casa, en la calle de Zipaquirá, 10. Los niños querían poner clavos y chapas en la vía y observar cómo quedaban aplastados por el peso de los convoyes. A la vía se accede por un estrecho camino entre dos fábricas, camino que no tiene ninguna utilidad, puesto que no da acceso a las fábricas y está cortado por las propias vías. El punto elegido por los niños se encuentra a apenas un centenar de metros de una curva de la línea férrea, por lo que los niños no pudieron advertir la llegada de un tren hasta que lo tuvieron encima. El cuerpo de Ricardo fue arrastrado otro centenar de metros tras el atropello y quedó totalmente descuartizado. El tronco del niño apareció en medio de la vía de dirección a Madrid, y todavía en la mañana del sábado la policía encontró una de las manos del pequeño. Manchas de sangre y pequeños restos de carne se apreciaban todavía ayer entre la grava de los raíles.
Empleados de la estación de Chamartín se encargaron de avisar a, la policía de lo ocurrido. Poco después, el juez de guardia ordenó el levantamiento del cadáver y su traslado al instituto Anatómico Forense. El entierro del niño está previsto que se celebre hoy, domingo, a las 8.30, en el cementerio de Carabanchel.
Los amigos de Ricardo debieron quedar tan asustados por lo sucedido que no avisaron a la familia del niño, que no se enteró del accidente y muerte de su hijo hasta varias horas después, cuando recibieron el aviso de que fueran a identificarlo al Anatómico Forense. Los padres, José Ramón Naude, de 39 años, de profesión escayolista, y María Pilar Hurtado, de 36, se encontraban ayer abatidos por la tragedia. María Pilar prefirió no hacer declaraciones. José Ramón, profundamente conmovido y pugnando continuamente por contener las lágrimas, acompañó a varios periodistas al lugar de la tragedia.
El bienvenido
"Explicad lo que ha pasado para que por lo menos no le pase lo mismo a otra familia', fue una frase que José Ramón Naude pronunció varias veces. "Ricardo era nuestro primer hijo varón, después de haber tenido tres hijas. Nosotros queríamos tener un niño, y cuando Ricardo nació -luego llegó otro niño- le empezamos a llamar familiarmente el bienvenido, el deseado, bienvenido mister Richard, y cosas así. Le queríamos mucho, era un niño de ocho años, rubito y de un carácter muy alegre". José Ramón va explicando a tragedia mientras observa la vía, el lugar del accidente y los pequeños restos de carne y manchas de sangre de su hijo que aún están allí. El padre tuvo que reconocer el cuerpo mutilado de Ricardo en el Instituto Anatómico, y esa imagen será algo que no se le borrará nunca de la memoria.
"Ahora seguiremos cuidando a nuestros otros cuatro hijos", dice. "Tuvimos ya un niño, el primero, pero murió a los dos días de nacer. Hubo que meterlo en la incubadora y le sacaron demasiado pronto. A los dos días de nacer nos dijeron que nos lo podíamos llevar a casa, lo hicimos y a las dos o tres horas se murió. Aquello fue muy duro, pero más fácil de superar. Ricardo llevaba ocho años con nosotros. No sé por qué ocurren cosas así". La dirección de Renfe aún no se ha puesto en contacto con la familia, "pero eso ya no importa, lo que quiero es que vallen ese camino".
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