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El exceso de calor puede ser mortal

La ola de calor ocurrida este verano en los países mediterráneos, con temperaturas superiores a los 45 grados en Atenas, o los 41 grados registrados en Madrid, según el Instituto Nacional de Metereología, ha producido el fallecimiento de numerosas personas. Sólo en Grecia se contabilizaron 900 muertos, según las autoridades sanitarias de ese país. Los más afectados por esa ola de calor han sido las personas con trastornos vasculares, como afecciones cardiacas, anémicas, ancianos y niños mal nutridos. Es decir, aquellos que tienen los mecanismos reguladores del calor corporal deteriorados en algún sentido y se exponen, bruscamente, a temperaturas superiores a 40º C.

El cuerpo humano, al igual que el resto de los seres homeotermos, mantiene su temperatura dentro de unos límites constantes. La temperatura interna varía en unos límites de medio grado centígrado, mientras que la superficial lo hace dentro de unos amplios márgenes, que dependen del calor externo. La temperatura corporal varía en términos generales desde 36,1º C a 37,2º C.

A consecuencia del metabolismo de los alimentos (proteínas, grasas, hidratos de carbono) se produce una cantidad determinada de calor, que es compensada con la pérdida del mismo a través de la piel, respiración, etcétera. Cuando ambas cantidades de calor son similares, se dice que el organismo se encuentra en equilibrio calórico.

Cuando la temperatura externa es mayor, el modo más eficaz de regularla es a través de la evaporación. Por este medio el cuerpo puede perder de 12 a 18 calorias por hora, siempre y cuando no exista un trastorno orgánico que impida la evaporación. Pero si el medio externo está muy saturado de vapor, se reduce este medio de pérdida de calor. Esto ocurre en los días muy calurosos y húmedos, especialmente en los climas marinos sometidos a muy altas temperaturas, tal y como sucedió en Grecia.

Manifestaciones

Cuando fracasa ese mecanismo compensador puede sufrirse un "golpe de calor", produciéndose un colapso periférico. Se manifiesta con debilidad, obnubilación, vértigo, trastornos visuales, hipotensión y taquicardia. Suele acabar en lipotimia o desmayo. El tratamiento consiste en tumbar al afectado en lugar ventilado, y administrar bebidas frías. Si no se recupera se debe administrar suero por vía endovenosa o solución de dextrano. Incluso puede ser necesario ponerle una inyeción de adrenalina al 1% (de 0,3 a un milímetro) para combatir el choque. La profilaxis consiste en evitar esfuerzos agotadores y tomar suficiente cantidad de líquido a intervalos regulares, además de aportar uno o dos; gramos de sal (cloruro sódico) para evitar la pérdida salina a través de la evaporación.

Existe, también, el llamado calambre de maquinistas y fogoneros, denominado así por ser frecuente en estas profesiones. Estos individuos están sometidos a temperaturas elevadas (superiores a 40º C), con intensa sudoración y sin ingestión de cantidad suficiente de sal.

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