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TVE-1 rinde homenaje a Presley

En este verano de aniversarios y homenajes, RTVE no podía faltar a la cita con uno de los mitos más vivos -e interesadamente mimados- de nuestro tiempo, Elvis Presley, el ídolo del rock norteamericano, muerto el 16 de agosto de 1977. Documentos TV, en el primer canal de TVE, ha seleccionado entre el abundante material existente dos programas: Elvis, diez años después, un documental reciente de producción francesa, y Elvis, Graceland, que ha sido dirigido para la NBD por Steven Binder, productor y realizador del mítico especial televisivo que marcó en 1968 el retorno de Elvis a sus orígenes musicales.

El segundo programa ha sido rodado en el templo-morada del ídolo, abierto al público en mayo de 1982 por su heredera y ex esposa, y más recientemente aspirante al trono de la soap-opera, Priscilla Beaulieu que es también quien hace los honores de la casa, hoy convertida en lugar de peregrinación y culto. Un culto que empezó allá por 1954, y cuya historia coincide en parte con la historia de la moral y costumbres de la sociedad bien pensante norteamericana de la era Eisenhower, que no pudo evitar que el vulgar y animalesco estilo del chico de Tupelo, cimbreante y provocador, invadiese sus televisores.

No fueron muchas sus apariciones en la pequeña pantalla -14 en dos décadas-, pero siempre en momentos claves de su carrera. La primera tuvo lugar el 28 de enero de 1956 -recién clasificada Dont be cruel en las listas de superventas-, como invitado especial al Stage Show de los hermanos Dorsey (un programa de media hora que servía de prólogo a la famosa emisión televisiva de Jackie Gleason los sábados por la noche).

Medio EE UU se horrorizó y el otro medio se quedó entre estupefacto y fascinado. Mientras la emisora era prácticamente inundada por miles de cartas y llamadas de sus enloquecidas fans, y las revistas especializadas se debatían ante el dilema del ser o no ser del arte vocal de Elvis, las voces conservadoras se alzaban con gloriosos anatemas contra el íncubo del ritmo, maniaco sexual, sacerdote de vudú...

Dura batalla

Pero las cadenas televisivas, que entienden mayormente de índices de audiencia, iniciaron una dura batalla de cifras para tenerlo en sus programas. Fueron 40 millones de norteamericanos los que contemplaron su actuación en el Milton Berle Show, en abril y en junio de ese mismo año, y bastantes más los que se asombran ante el Elvis domesticado que apareció en otro de los programas célebres, el de Steve Allen.

Un Elvis con esmoquin y corbata blancos que dedicaba sus canciones a un perro de caza puesto en escena por los productores del programa. A Elvis, the pelvis se le había rogado además que procurase mantener en su sitio las insinuantes caderas. "¡Queremos al verdadero Elvis!", fue la respuesta de los siempre fieles seguidores del rockero de Memphis.

Ed Sullivan -literalmente el propietario de las noches del sábado de la televisión norteamericana-, en un programa que ocupaba en su mayor parte el gran Charles Laughton, hizo algo mejor: las cámaras ignoraron su mitad inferior, le cortaron por la cintura, y los telespectadores se vieron reducidos a imaginar los provocativos contoneos de Elvis cantando su Don't be cruel.

Sullivan, que se llevó esa noche del 9 de septiembre de 1956 el 82,6% del público, un récord que sólo batirían los Beatles en 1964, dio satisfacción así a una doble exigencia: la del devoto católico que era -la Iglesia había condenado en numerosas ocasiones las "licenciosas Performances" del cantante-, y la del no menos devoto profesional de un medio con único señor, la audiencia.

Documentos TV, hoy, a las 22.50, por TVE 1.

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