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Los casos Palenciano y Gabarrón

La dolorosa prueba de la parafina para confirmar si una persona disparó es ya historia. El análisis de los restos de gases de la explosión -plomo, bario y antimonio- sirve no sólo para identificar a quién disparó, sino a qué distancia.Uno de los expertos consultados muestra su extrañeza de que el juez del caso Palenciano -policía que mató el pasado mes de junio de un disparo a un delincuente que huía en Alcalá- no les ordenase analizar las manos del agente y el tejido del cuero cabelludo del muerto.

A su juicio, la prueba habría aportado datos esclarecedores sobre la distancia y la accidentalidad o no del disparo. "Algunos jueces nos piden datos que no podemos averiguar, y otros no nos piden cosas elementales", comenta este funcionario.

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Atrapados por un pelo

Por el contrario, sí les han encomendado que analicen a quién pertenecía el cabello hallado en el cañón del arma del agente. De tratarse de la víctima, haría irrefutable la tesis de que el disparo se produjo "a cañón tocante", como ya apuntó un forense de Alcalá. Aunque eso no aclararía si hubo un choque previo y el tiro fue accidental, como afirma el acusado.

Recientemente los miembros del Gabiente de Identificación mostraron su pericia con la bala de cetme con la que un recluta, Francisco Javier Suárez Martínez, mató a una mujer en abril en Arturo Soria. Los funcionarios sospecharon que el proyectil había producido un efecto de succión cuando atravesó el cuerpo de María Gabarrón, toda vez que el orificio de entrada no sangró y se halló taponado.

La bala, a una velocidad de 700 metros por segundo, algo debía haberse llevado consigo. Efectivamente, el microscopio electrónico, a 70.000 aumentos, despejó la duda: la base del proyectil tenía adosado un minúsculo fragmento de hueso de la víctima.

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Este caso no ha sido uno de los más dificiles que han afrontado. Rápidamente sospecharon lo que luego el recluta, en entrevista periodística, confirmaría: que el soldado estaba apuntando hacia la calle. Aunque ellos sospechan que la mira del cetme no apuntaba contra un señal de tráfico, como dijo el agente, sino a María Gabarrón.

"Es un caso muy frecuente. Cuando eres soldado te pasas el rato apuntando, a modo de juego, a gente que pasa ante el cuartel. Yo a ése me lo cargo, pam. A ése, también. Y en un momento dado apretó el gatillo y el arma estaba montada (sin seguros)." No obstante, hubieron de hacer pruebas con 30 cetmes hasta que descubrieron el arma utilizada por el homicida. El casquillo hallado en el lugar del suceso y el del arma del sospechoso se parecían como dos gotas de agua.

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