_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

North

Cuando veo al teniente coronel Oliver North levantar la mano derecha, sacar ese pecho repleto de medallas trabajadas en el Vietnam, dirigir su mirada hacia Dios y las cámaras de televisión (aunque acaso sean dos versiones de lo mismo) y emitir el juramento como si fuera un centurión romano de la Metro Goldwing Mayer estoy seguro de que el tipo miente. Alguien dispuesto a decir la verdad no le echa tanta épica peliculera a sus gestos y palabras. Lo que delata a este militar es la muy infantil, barata y aparatosa manera que tiene de representar en la Cámara y ante las cámaras el honor, el patriotismo, la disciplina, la fidelidad, la moral y otras mayúsculas estremecedoras.Hay dos maneras de cazar al mentiroso: cuando se pone colorado, vacila, traga saliva, titubea y evita mirar directamente a los ojos, y cuando en ningún momento del interrogatorio se pone colorado, vacila, traga saliva, titubea y baja la mirada. North, claro, pertenece a la segunda categoría. Pero es una interpretación tan exageradamente geométrica de las figuras tópicas de la verdad, hasta cuando explica la compra de unos leotardos, que aquello no puede ser verdad. Las suyas son mentiras de Estado, de un sujeto convencido de que el fin justifica los medios, trolas de sargento de Hollywood dispuesto a morir por el jefe. Basta echar un vistazo a las imágenes para descubrir en este teniente coronel esa fanática mirada de la obediencia ciega que te pone la carne de gallina.

El caso de North es la versión posmodema de la célebre paradoja del mentiroso, también llamada de Epiménides, o de el cretense, con la que los filósofos ocuparon las tardes de ocio desde el principio de nuestra civilización. North no pronuncia explícitamente la palabra "miento", pero representa con tanta perfección y cinismo las más groseras figuras retóricas de la verdad que cuando alza la mano ante Dios y la televisión es como si jurara por sus muertos que va a mentir. O sea, que cuando luego miente en el interrogatorio está diciendo la verdad.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_