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La alternativa

Con motivo de la reciente maratón electoral, se habla mucho de la alternativa a la hegemonía socialista. Los análisis y los debates sobre los resultados llenan las pantallas televisivas, los espacios radiofónicos y los editoriales de los periódicos, llegando a conclusiones multivalentes y contradictorias. Pienso que un examen imparcial, independiente o lo más objetivo posible, sin adjetivos guerreros ni ensueños anticipadores, es conveniente ahora que ha pasado ya la euforia y los ridículos optimismos de casi todos dan paso a una realidad más dura, como la resaca llega tras una noche de borrachera.Está claro que el partido en el poder ha perdido un millón y medio de votos y, por ello mismo, 10.000 concejalías y gran número de escaños autonómicos, dejando en el paro a gran cantidad de militantes socialistas. También es evidente que Alianza Popular pierde un millón de votos y un buen lote de concejalías y escaños. Se puede añadir que el CDS alcanza ya casi dos millones de votos y recibe, a cambio, un estratégico montón de representantes que podría pactar, si le viniera en gana a Adolfo Suárez, con uno u otro lado de los partidos por ahora mayoritarios.

Pero, ¿y la alternativa? ¿Es posible que AP -con el tirón -de Fraga incluido- pueda, a partir de los 4.900.000 votos, convertirse en 1989 en una alternancia verosímil que consiga ganar al PSOE en las elecciones generales? El techo, tan manoseado, pienso que no es de Manuel Fraga sino del voto conservador español, de aquello que dan en llamar la derecha. No hay más cera que la que arde. ¡Y ya es mucha!, aunque no, desde luego, la suficiente para desbordar al PSOE ni siquiera en sus horas bajas.

El socialismo ha recibido un fuerte voto de castigo, sobre todo en los grandes núcleos urbanos. Gobernar es, ante todo, resolver o solucionar los problemas de la comunidad nacional evitando que se pudran en la calle. Una actitud altiva y una despectiva arrogancia pueden ser necesarias o admisibles en algunos momentos, por aquello de que el poder está reñido con las humildades y con los humildes. Pero encogerse de hombros ante el deterioro de la sanidad pública y de la rebeldía universitaria o ante el desafío recurrente de las huelgas de transportes por tierra y por aire, más un largo etcétera de conflictos, otorga al poder público una imagen de ineficacia y de lejanía que despierta en el ánimo. de los ciudadanos perjudicados -que son muchos- un clima de exasperación. Si, además, se les explica que unos tecnócratas muy listos, educados en Harvard y en el Chicago miltoniano, son los gnomos de la economía que defienden el sagrado dogma de los porcentajes matemáticos, el cabreo puede alcanzar límites zoológicos. ¿Bastará para evitarlo un ajuste fino del Gobierno, tal como se ha dicho en una pintoresca locución de relojero del siglo XVIII? No lo creo.

La Izquierda Unida ha prosperado y quitado voto socialista al Gobierno, pero no en volumen significativo. Los partidismos regionalistas -salvo en el caso del voto en Euskadi, que tiene, evidentemente, otras lecturas- representan, en general, opciones de centro derecha que se decantan por fórmulas locales o comarcales. Y perdón por la simplificación.

¿Puede plantearse así una alternativa seria frente al socialismo para 1989? He aquí la cuestión verdaderamente importante desde el punto de vista de un buen funcionamiento democrático, libre de hegemonías imbatibles como la del PRI en México.

Tomemos ejemplo, que es de actualidad, del voto conservador británico. ¿Cuál es el secreto del éxito de la Dama de Hierro? ¿Su magnetismo personal? ¿Su buena estrella? ¿Su oportunismo político? Todo ello es cierto y se integra en su éxito. Tiene firmeza y convicción de líder. Hubo de recoger una desastrosa herencia económica y recibió, en cambio, el regalo de una renta petrolífera del mar del Norte que llenó las arcas de un Tesoro exhausto. El país estaba harto de la prepotencia sindical que asfixiaba la economía, y su cruzada contra los privilegios del Trade Union es, asimismo, una causa popular con mucho gancho. La guerra de las Malvinas contra un enemigo lejano, mal preparado y peor gobernado, resultó ser un paseo militar patriótico. ¿Buena suerte? Más bien intuición aprovechada.

Es evidente que la señora Thatcher representa, además, ese fenómeno típico de la política británica que consiste en la automodificación interior de los grandes partidos históricos. Así ocurrió con whigs y tories; con liberales y laboristas; con los conservadores, hasta Churchill y Heath, y también con la aparición en escena de Margaret Thatcher.

Se acabaron aquellos tiempos en que los feudos electorales de la aristocracia terraténiente eran el soporte mayoritario del partido. El conservatismo se apoya ahora en la Inglaterra del Sur y del Este, próspera, meritocrácrita, m¡ddle class, culta, liberal, partidaria, claro está, de una sociedad abierta que predica la privatización frente al estatismo y sostiene que el dinero no cuelga de los árboles sino que es preciso ganarlo, y que, además, cada uno -y sobre todo -el político debe pechar valerosamente con su responsabilidad. En otras palabras, un ideario renovado, puesto al día y dirigido en especial a una enorme franja de la población donde se encuentra, quizá, el sector más dinámico del país. Y que conste que no trato de ninguna manera de extrapolar la situación británica a España ni olvido los riesgos que, para el futuro, representa la división entre una Inglaterra rica y otra pobre.

Pero, volviendo a lo nuestro, ¿estarían en España las fuerzas políticas no socialistas y democráticas dispuestas a reunirse para examinar, discutir y aportar las ideas que está pidiendo a gritos un tiempo enteramente nuevo y en constante mutación? ¿Existe en nuestra clase política una clara disposición para tal empresa? ¿Desea realmente alguien ser protagonista de tan arriesgada pero apasionante aventura? ¿Se quiere de veras abrir el camino de la modernidad y del progreso desde el vasto terreno no socialista? Tengo para mis adentros que la almendra de la cuestión está ahí. Y no, claro está, en la insultante descalificación del adversario.

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