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Las diferencias regionales aumentaron en 1986, al concentrarse la actividad en las zonas ricas

Las diferencias regionales se agudizaron durante el año pasado, al haberse concentrado el crecimiento económico en las zonas ricas. Las regiones más pobres -Andalucía, Extremadura y las dos CastilIas- quedaron desenganchadas de la recuperación global. Frente al 3% de crecimiento real en el conjunto del producto interior bruto (PIB), hubo comunidades -Baleares y Canarias- que duplicaron esta tasa. Por el contrario, otras cuatro no alcanzaron siquiera el 1%, y Asturias sufrió una recesión del 0,4%, según un estudio del Fondo de Investigación Económica y Social (FIES).

El estudio del FIES, organismo dependiente de las cajas de ahorro y dirigido por el profesor Enrique Fuentes Quintana, revela que el excelente año turístico y el mal balance agrario de 1986, así como las propias disparidades de desarrollo entre los sectores industriales, contribuyeron a acentuar los desequilibrios entre las diversas regiones, hasta el punto de restar significación particular al hecho de que el producto interior bruto global creciera un 3%.El FIES se ha limitado a estimar la producción en términos de producto interior bruto (PIB) o de valor generado por la actividad económica, a partir de la distribución territorial de la renta en 1983 y de los indicadores disponibles sobre la evolución en cada comunidad autónoma de la agricultura y la pesca, la industria, la construcción y los servicios.

Según los principios de la economía, estas variaciones deben haber coincidido en cada comunidad con las del consumo y la inversión, cuyos aumentos -una vez detraído el efecto negativo del comercio externo- explicaron en 1986 a partes iguales la expansión del PIB, pero de las que apenas hay indicadores regionales.

En el cuadro resultante de estos análisis sobresale el fuerte aumento registrado tanto en Baleares como en Canarias, con tasas de crecimiento económico propias de los años sesenta, que se han debido tanto a la expansión del turismo y otros servicios como a la fuerte actividad desarrollada por el sector de la construcción.

Malas cosechas

Canarias -excepción, junto con Asturias y el País Vasco, en la regla del crecimiento desigual de las 17 autonomías- se benefició también de su exclusión del impuesto sobre el valor añadido (IVA), introducido el año pasado en todo el resto del territorio español, así como haberse beneficiado más sustancialmente, gracias a su régimen fiscal especial, de la caída de los precios petrolíferos y de las material primas.

La Comunidad Valenciana, tercera en el ranking, no padeció en sus cultivos el mal año agrícola general (5,5% de descenso en la agricultura), motivo principal del descenso de la actividad en las zonas con mayor población agrícola, como es el caso de Extremadura, las dos Castillas, Andalucía y Galicia.

Aragón, Madrid y Cataluña, de acuerdo con el esquema analítico aportado por el profesor Fuentes Quintana para una publicación de la Fundación Areces sobre la economía española en 1987, se situaron por encima del crecimiento medio nacional gracias a la escasa incidencia del sector agrario en sus territorios, así como al buen comportamiento de la industria (3,1% de aumento global) y los servicios (expansión del 3,6%).

En cambio, Navarra y Murcia, donde la agricultura tiene mayor peso, vencieron el impacto negativo de ésta por el aumento superior al 4% en los demás sectores.

La actividad se situó algo por debajo de la media estatal en Cantabria, Andalucía, La Rioja, Galicia y el País Vasco por muy diversos motivos: Cantabria, por la aportación negativa de su sector industrial en reconversión; Andalucía, por el fuerte peso de la agricultura, y en especial de los cereales y el aceite; La Rioja y Galicia tuvieron crecimientos bajos, pero sectorialmente equilibrados, y en el País Vasco hubo cierta expansión de algunas actividades industriales (sobre todo la industria transformadora) que compensaron las caídas de producción en la industria básica.

Según Fuentes Quintana, la coincidencia de malas cosechas y una población rural numerosa en el escalón inferior ocupado por Extremadura, CastillaLeón y Castilla-La Mancha "está originando situaciones de tensión social y política importantes, como lo prueban los hechos registrados en los últimos meses".

Por último, en Asturias se ha registrado una caída de la producción de carbón, de la siderúrgica, lo cual provocó un menor tono del resto de los sectores.

Una de las lecciones extraídas de las disparidades de desarrollo regional que refleja el estudio del Fondo de Investigación Económica y Social, según Fuentes Quintana, "reside en que, si la política económica no realiza matizaciones y elabora sus decisiones apoyándose exclusivamente sobre una media nacional, padecerá de una falta de sensibilidad para tratar los problemas económicos, lo que en ocasiones puede originar la adopción de medidas insuficientes o incluso erróneas".

Pobreza estadística

Por la falta de estimaciones regionales a cargo del Instituto Nacional de Estadística (INE), y porque otros servicios de estudios carecen de medios para este tipo de trabajos, los datos del FIES son los primeros que se publican al respecto.

El último estudio del INE sobre las disparidades regionales estaba basado en datos de 1981, aunque ya apuntaba el carácter estructural de las desigualdades territoriales en España, incluso en el sentido de que las provincias con mayores recursos o producción tienden a alcanzar niveles de renta superiores a los que les corresponde por dichas variables. La provincia con mayor bienestar económico era Madrid y la de más bajo nivel de vida, Badajoz, con una diferencia de cuatro a uno.

La misma deficiencia refleja el último informe del Banco de Bilbao sobre el reparto geográfico de la renta, que sólo analiza la evolución hasta el año 1983. En todo caso, del estudio podía concluirse que las políticas redistributiva y fiscal llevadas a cabo hasta ese año no habían servido para acortar las diferencias entre la España rica y la España pobre. El crecimiento de la participación de las rentas de trabajo se había frenado, mientras tendían a aumentar los beneficios empresariales.

En 1986, según datos del INE, los asalariados perdieron la mayoría histórica en el reparto de la renta al percibir un 45,9%. del valor total generado por la actividad económica. El descenso comenzó a partir de 1977, año en que los sueldos y salarios representaron el 64,5% del total.

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