Un letrado de película

Darío Fernández Álvarez, nacido hace 48 años en Santa Fe, un pueblo pequeño próximo a la capital almeriense, es el prototipo del abogado penalista, que saltó a la fama por su defensa en el caso Almería, pero que también ha asumido defensas como la del mafioso italiano Antonio Bardellino o la de un grupo de musulmanes en Melilla. Alto y de aspecto circunspecto, Darío Fernández tuvo una infancia dificil y, según él mismo ha admitido, la muerte de su madre ha sido el hecho que más le ha impresionado y trastocado su personalidad.Aspirante frustrado a director de orquesta, escucha a Brahms todas las mañanas y es un deportista empedernido, que no fuma ni consume bebidas alcohólicas. Viaja mucho. Al menos cuatro veces al año recorre varios países europeos. En agosto del pasado año estuvo en la India.

Ambicioso profesionalmente, admite que el caso Almería le propició una experiencia inaudita. Un dato no muy conocido es que el ex teniente coronel Carlos Castillo Quero, condenado por el caso Almería y hasta 1981 jefe de la Comandancia de Almería, tenía previsto contratar a Fernández como abogado defensor. Faustino Montero, hermano de Luis Montero, santanderino fallecido junto con otros dos jóvenes, llamó al despacho de Darío media hora antes que los guardias civiles, a los que había defendido en otras ocasiones.

Otros casos relacionados con guardias civiles llevaron a Darío Fernández a Guadalajara para, de nuevo, enfrentarse a miembros de la benemérita en el famoso caso de los caracoles [el joven muerto a tiros cuando buscaba caracoles]. En Granada también ha acusado en nombre del joven Sergio Pleguezuelos, muerto por disparos de la Guardia Civil. También se registran sus últimas acciones la defensa de Andrés Vilches, cura alcalde de Chirivel, en el norte de Almería, que fue apaleado por varios guardias civiles. Junto a estos casos, Darío Fernández asumió defensas muy diferentes, como las de Bardelli no o la de nueve musulmanes.