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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La conferencia de paz

LA RECIENTE visita oficial a Madrid del ministro de Asuntos ExtEriores israelí, Simón Peres, ha sido un nuevo paso en el desarrollo de las relaciones bilaterales entre España e Israel. Pero el contenido político esencial de su viaje se situaba en un marco que desborda lo bilateral, directamente ligado al proyecto de conferencia de paz sobre Oriente Próximo.El gesto de Simón Peres al firmar en El Cairo, en febrero pasado, el comunicado con su colega egipcio en que se propugnaba una conferencia de paz sobre Oriente Medio "en el curso del presente año" levantó una de las barreras que habían paralizado la realización de ese proyecto desde 1982. En las últimas semanas, las gestiones tendentes a preparar la conferencia se han multiplicado. El rey Hussein de Jordania ha visitado Damasco, La Haya, Bruselas y Londres, mientras su primer ministro, RifaI, ha viajado a Washington. La CE ha reafirmado su apoyo a la conferencia, y el ministro de Exteriores belga, Leo Tindemans -presidente del Consejo de la CE este semestre-, irá próximamente a Aminan, El Cairo, Argel, Riad y probablemente Damasco.

Los dos obstáculos principales para la celebración de la conferencia son la participación de Mqscú, que aún no ha restablecido relaciones diplomáticas con Israel, y el tipo de delegación que representará a los palestinos. Por eso es importante el pasado encuentro en Roma, en una reunión de la Internacional Socialista, de Simón Peres con un dirigente soviético. Se está produciendo en los últimos meses un proceso de aproximación entre soviéticos e israelíes que probablemente evolucionará en el curso de los preparativos de la conferencia. Más espinoso es el problema de la representación palestina: la Liga Árabe acaba de reafirmar que la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) es la única válida, y la CE reconoce asimismo el papel de la OLP, pero con flexibilidad se puede salir de esa situación, y recientes declaraciones de Arafat indican que aceptaría una fórmula según la cual la representación palestina sería concertada con la OLP, sin ser oficialmente de la OLP.

A la luz de estos posibles desarrollos habrá que seguir la conferencia del Consejo Nacional Palestino -órgano parlamentario del movimiento guerrillero-, que comenzará el próximo lunes en Argel. De ella, Arafat pretenderá obtener un mandato para navegar a vista, lo bastante ambiguo como para no tener que someterse de antemano a las exigencias israelíes y tampoco cerrar la puerta al concurso palestino en la conferencia. De la misma forma, esos movimientos de paz agitan el descontento de las posiciones radicales en la Cisjordania ocupada, donde el incremento de las acciones contra el Ejército israelí quiere provocar el endurecimiento diplomático de Tel Aviv y con ello la congelación de los contactos.

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En cuanto al carácter de la conferencia, hay consenso en que sea patrocinada por la ONU y en la presencia de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Dentro de la indecisión que caracteriza hoy su actitud, Washington ha renunciado a su anterior rechazo frontal de que la URSS tome parte en la solución de los problemas de Oriente Próximo. Por otra parte, la conferencia debe ser concebida no como una única asamblea deliberante, sino como marco flexible de negociación entre Israel y los países árabes. En ese orden de cosas, el esquema trazado por Peres de tres mesas independientes, con Israel en todas ellas, reedita la tesis israelí de negociaciones sólo bilaterales con Siria, Jordania y Líbano, y se explica como una propuesta sólo inicial, poco viable, ya que otorga a una de las partes un lugar privilegiado.

¿Cómo puede Peres avanzar en sus gestiones como ministro de un Gobierno cuyo jefe, Isaac Shamir, es contrario a ellas? La razón es bastante clara: Sharnir teme afrontar unas elecciones, inevitables si su Gobierno se rompe. Confía, en cambio, en que las oposiciones internas del mundo árabe hagan imposible la conferencia y en que la campaña electoral paralice muy pronto a EE UU en un tema de fuerte impacto para el electorado judío: la misma causa por la que Hussein, la CE y Peres aceleran sus esfuerzos.

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