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EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DEL PRESIDENTE DEL EJECUTIVO

Joaquín Estefanía

El Gobierno necesita del apoyo estratégico de los sindicatos para realizar su proyecto de progreso, del mismo modo que un Gobierno de derechas necesita el apoyo estratégico de la patronal. Este es el marco global en el que el presidente, Felipe González, analiza los chirridos que dividen a la familia socialista en dos partes: partido y Gobierno, por un lado, y sindicato, por el otro. El presidente recuerda permanentemente que a los laboristas no los desalojaron del ejecutivo los conservadores, sino los sindicatos. El resultado ha sido la señora Thatcher. González mantuvo una conversación de más de cuatro horas sobre política económica, cuya interpretación es el siguiente reportaje.

El Gobierno necesita del apoyo de los sindicatos", como uno de derechas buscaría el de la patronal"

En abril de 1984, el presidente de Gobierno, Felipe González, recibió a un grupo de informadores económicos en el Palacio de la Moncloa, con los que analizó la política económica. Tres años después, González ha hecho un nuevo repaso de la coyuntura. Los matices de ambas conversaciones han sido, evidentemente, distintos. En aquella ocasión, el mensaje del presidente incidía de modo pnionitario en el ajuste económico, fue la primera vez que se afirmó que si el PSOE ganaba sus segundas elecciones generales no cambiaría la orientación de la economía: habría ajuste para una década.Acompañaba a González el entonces ministro de Economía y Hacienda, Miguel Boyer. Ahora ha comparecido solo, como si no temiese su presunta debilidad a la hora de abordar problemas económicos con especialistas. El presidente González ha madurado en este terreno y aunque no se considera un brujo de esta ciencia social, es innegable que su conocimiento de la materia es muy superior al de la mayoría de los líderes políticos españoles. Este rasgo y la profundización de un permanente estar en la realidad es lo único que distingue ambas reuniones.

Los adoquines y la playa

En efecto, González ha abandonado toda referencia ideológica en sus análisis. No figuran ni una sóla vez entre sus señas de identidad palabras como izquierda o derecha (al referirse al espectro político), lucha de clases, etcétera, clásicas en el lenguaje de los socialistas. No queda nada de los lemas sesentayochistas como "Debajo de los adoquines está la playa"; sus temas son absolutamente concretos: la inflación, el déficit, los alpes (activos líquidos en manos del público). En 1984 dijo, y lo sigue manteniendo, que la macroeconomía no es de derechas ni de izquierdas. Recuerda que le preocupa más el conservadurismo ideológico de la izquierda que el de la derecha, por lo que combate algunos de los axiomas que conformaron el pensamiento de la primera: que la relación impuestos directos/ indirectos indica una política fiscal progresiva o regresiva, que la inversión del sector público tira per se de la economía y crea empleo, etcétera. Sin embargo, no le parece antiguo, del mismo modo, relacionar directamente inflación y salarios, aunque reconoce que hay 32 variables al rrienos que influyen en los fenómenos de subidas de precios.

Felipe González -esta vez acompañado por el ministro portavoz de Gobierno, Javier Solana- incide en las relaciones del Ejecutivo con el mundo sindical. Entiende que la expenencia europea indica que los ataques indiscriminados desde dentro (desde los sindicatos o desde los partidos) a un Gobierno progresista, sólo Hevan a ascensos de la derecha; no hay rentabilidad política para los comunistas de los ataques a los socialistas. Por ejemplo, la Francia del programa común.Por ejemplo, la Gran Bretaña de Wilson y Callaghan, sustituidos por la señora Thatcher no por méritos de los conservadores británicos, sino por el agobio de los sindicatos. Por ejemplo, la República Federal de Brandt y Schinidt, pasados por la piedra por Koffi.

A la reflexión de que, sin embargo, en España no parecen haber un Chirac, una Thatcher o un Kohl en la otra acera del socialismo, el presidente entiende que hay una ley política que dice que todos los vacíos se llenan. La alternativa la generará el propio PSOE si crea un vacío, aunque todavía no esté concretada.

Este Gobierno necesita del apoyo estratégico de los sindicatos (no se excluye a Comisiones Obreras, que lo entendería si no estuviese ciega ante los socialistas) para realizar su proyecto histórico de progreso, del inismo modo que un Gobierno de derechas necesita del apoyo estratégico de la patronal. Las fricciones en la coyuntura no pue en romper la complicidad en la estrategia.

La economía dual

Sin embargo, ¿cómo se puede calificar de proyecto histórico de progreso a uno que margina sistemáticamente a los trabajadores y les reduce su proporción en la renta nacional? El presidente se revuelve en su sillón y niega la mayor: primero, la participación institucional de los sindicatos en las negociaciones para un pacto social, para la elaboración de los presupuestos del Estado, es un privilegio en Europa que, desde luego, no consienten gobiernos como el de la señora Thatcher, Kohl o Chirac. En cuanto a lo segundo, la historia demuestra que cuando se comienza a salir de una crisis (este momento) se mantiene la economía dual precedente; es decir, las capas menos favorecidas siguen en su lugar a no ser que el Ejecutivo favorezca medidas redistributivas moderadas. Así está ocurriendo, según González; éste es el primer año en el que las subidas de salarios se recomiendan moderadamente por encima de la inflación prevista. Lo que no está dispuesto a tolerar es que la impaciencia revolucionaria haga perder un año entero y la inflación española cabalgue poi, cotas todavía superiores a las que ahora nos separan de la mayor parte de los países de la OCDE.

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