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Reportaje:

El último 'pico'

De los 97 heroinómanos fallecidos el pasado año en Madrid, un 90% murieron de sobredosis

Amelia Castilla

Del resultado de las 97 autopsias practicadas el pasado año en Madrid se desprende que un 90% de los heroinómanos fallecieron de sobredosis. Los adulterantes, como el alcohol, barbitúricos, hipnóticos y tranquilizantes, que también se inyectaron directamente en vena, no produjeron la muerte, aunque "ayudaron en el desenlace", según Modesto Martínez, director del Instituto Anatómico Forense. Las víctimas tenían edades comprendidas entre los 16 y 35 años y fallecieron, en su mayor parte, de un edema pulmonar.

El cadáver de Ofelia Duque Galeote, de 23 años, una de las 19 víctimas del caballo en los últimos dos meses, fue encontrado en un portal del madrileño barrio de la Elipa con una aguja clavada en el brazo. El último pico, según declaró una amiga heroinómana de la joven a la policía, se lo había vendido una mujer llamada Evarista. A la amiga de Ofelia que también se había puesto jaco, no le había llegado su hora ese día. Fue recogida inconsciente en la calle y trasladada a un centro sanitario.El delgado cuerpo de Ofelia estaba desnutrido. Presentaba múltiples pinchazos y bultos en diferentes órganos, además de huellas de heridas causadas por golpes accidentales. Antes del desenlace final Ofelia fue una mujer de carácter fuerte y muy bella. Se enganchó en la calle con los amigos.

Los que la conocieron aseguran que pasó por las fases típicas de todos los yonquis: primero, la euforia de sentirse uno de los elegidos; luego, la falsa seguridad de tener controlada la historia, y finalmente el charco. Ni el amor de su madre y de su hermano, ni su pequeño hijo de dos años fueron suficientes. La familia de la joven sólo desea ahora olvidar.

Droga en el delantal

Otra mujer, Evarista Giménez, de 50 años y madre de 10 hijos, fue acusada por la policía de ser la vendedora de la droga que causó la muerte de la muchacha. Una de sus hijas le sirve café a la puerta de la chabola. Evarista tiene el pelo recogido con una peineta, calza zapatillas y lleva el delantal puesto como el día que la detuvieron.Evarista, que fue puesta en libertad tras prestar declaración en el juzgado, reconoció que se dedica a la venta de estupefacientes, para "sacar adelante a la familia". Compagina el caballo con la recogida de chatarra y la venta de fruta y afirma que no conocía a Ofelia, aunque su esposo sí parece recordarla. "Los vecinos le tortearon la cara en una ocasión", dice su esposo, "porque se robaba todo". Una de las hijas de Evarista recalca que se acuerda con total claridad del día que murió: "Fue el 13 de enero".

Para el director del Anatómico Forense, las biografías de todos los muertos de la heroína son la misma. "No existe una dosis letal", dice. "Sólo ellos saben cuál es su tope". Uno de los factores de riesgo más importantes son los cambios constantes de camellos, lo que implica consumir calidades muy diferentes. Sólo las personas que logran mantener siempre una calidad determinada sobreviven un poco más.

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Las curas de desintoxicación significan, muchas veces, sólo un descanso para seguir con lo mismo y en algunos casos contribuyen a acelerar el proceso. "Cuando están limpios se meten cantidades que el cuerpo ya no aguanta", dice el forense. "Recuerdo el caso de una chica que falleció en plena cura, o el de un muchacho al que la familia no dejaba salir de casa y alguien le dejó la última dosis bajo el felpudo de la puerta".

La heroína no es una droga que aumente la percepción. Una vez superado el efecto de vómito, los adictos consiguen una sensación de bienestar y placidez que no logra alterar ningún problema cotidiano. El final de un heroinómano es comparable al de las personas que mueren ahogadas. Tras el cosquilleo que supone el pinchazo y que algunos han comparado a un orgasmo, puede sobrevenir la depresión de los centros nerviosos, la sensación inmediata de falta de aire y la expectoración de un líquido espumoso.

"Los yonquis mueren asfixiados", aseguró Modesto Martínez. "El edema pulmonar, responsable de la muerte de muchos jóvenes, permite una permeabilidad de las redes vasculares del pulmón y el plasma de la sangre se filtra a través de la pared de los vasos del tejido pulmonar, lo que impide el intercambio de oxígeno y anhídrido carbónico. Cuando aparece el edema quedan muy pocos minutos de vida y es muy diricil salvarlos".

Después de producirse una muerte violenta, el juez de guardia ordena el levantamiento del cadáver y un forense realiza la autopsia, que determina la causa exacta del óbito. Los pulmones encharcados y los pinchazos en los sitios más dispares, como pies, manos o bajo la lengua, son la tónica habitual.

Los adulterantes no matan

"Los adulterantes como los polvos de talco, la estricnina, el almidón o la levadura no producen intoxicaciones graves", asegura el forense. "En muchos casos nos encontramos con que además de heroína se han inyectado alcohol, Rohipnol, Nolotil y cocaína para multiplicar los efectos. El efecto aditivo de estos productos es difícil de prever y en algunos casos, los menos, en la multiplicación cometen el error".Las edades de los muertos están entre los 16 y los 35 años. Casi todos se encontraban en paro y vivían en barrios periféricos, aunque entre las víctimas se cuentan también periodistas, modelos, músicos y niños de buena familia.

Las cifras oficiales de muertos, según el forense, no responden a la realidad. "La realidad es más grave. En las listas que maneja el Anatómico Forense no se incluyen las víctimas de hepatitis y SIDA provocadas por el consumo de heroína". Pese a las campañas antidroga las estadísticas aumentan con el paso del tiempo. A los 72 muertos de 1985, se unieron los 92 del año siguiente y a la cifra total hay que sumar los 19 de los últimos dos meses.

En otras autopsias aparecieron también ganglios linfáticos abultados y pequeñas hemorragias en las superficies del corazón y pulmón. Los débiles organismos de los yonquis son propensos a las septicemias, infecciones en la sangre y a la inflamación de la piel que recubre el corazón que afecta a las válvulas cardiacas y que puede provocar embolias. Pero todo esto sólo se descubre con el último pico.

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