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El Atlético le duró 26 minutos al Madrid

El Atlético le duró 26 minutos al Madrid. Cumplido ese plazo, el marcador señalaba 3-0 y el partido estaba resuelto. El Atlético se colocó mal, no presionó y dio muchas facilidades atrás. El Madrid realizó una exhibición en el medio campo y no alcanzó una goleada espectacular porque ni Butragueño ni Hugo estuvieron a la altura del resto. Hugo empieza a acusar la situación. Entra en juego menos que nunca.El Madrid salió con tres defensas, cinco medios y dos delanteros. El Atlético, con un clásico 4-4-2, esperando atrás en zona. El Madrid tenía un hombre más en la media y se encontró con que esta línea estaba muy bien equilibrada con dos de corte, Sanchis y Solana, y tres de creación, Michel, Martín Vázquez y Juanito. Los cinco estuvieron imponentes, particularmente Michel, que a su tremenda calidad e inmejorable espíritu de equipo une ahora un gran estado de forma. Enfrente, el Atlético tuvo siempre la vacilación de si mantener a Clemente atrás o mandarle al medio campo a asfixiar a Michel. Consumido en esa duda, se movió en una media agua que le dejó desairado.

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Sólo a Juanito

En general, el Atlético se movió mal durante la primera media hora y aún más tiempo. No presionó al Madrid en la media, intentó correr mucho menos que el líder y dejó el balón en posesión de éste. Eso, ante una gente con la tremenda calidad del Madrid, tiene un costo. En el caso de ayer fue de tres goles en tan sólo 26 minutos.

El partido, en conclusión, duró ese tiempo. A partir de ahí el ganador era seguro y el espectador podía dedicarse a observar otras cosas, despreocupado del resultado. Una de ellas era Martín Vázquez, el jugador al que todo aficionado madridista quiere ver recuperado para el equipo. Jugó muy bien en la primera parte y se acomodó algo más en la segunda. Merece la pena insistir en él. Otro era Juanito, de quien siempre se espera algo. Lanzó muy bien durante la primera media hora y cuando el partido estuvo resuelto se complicó algo, pero su presencia le dio criterio al Madrid a la hora de manejar el balón.

Y, sobre todo, había ganas de ver a Hugo. Hugo entró en juego menos que nunca. Alguna vez pareció que un compañero le negaba ostensiblemente el pase cuando era claro que la jugada debía proseguir por él. Pero, cuando tuvo el balón, intentó algunas cosas e incluso se complació en una serie de regates y adornos ante Tomás. Buscó el aplauso, pero no lo obtuvo y el gol tampoco.

Respecto al Atlético, no hubo nada que ver. En el segundo tiempo Luis dejó fuera a Da Silva para sacar a Julio Salinas y consiguió que todo el equipo presionara. Con eso le quitó el balón al Madrid, pero no le sirvió de mucho porque la mayoría de sus hombres estaba muy desatinada en el pase. Hizo unenorme esfuerzo por intentar disminuir la cuantía de la derrota, que iba camino de convertirse en una goleada de las que se recuerdan siempre, y, a fuerza de eso, se expuso a contraataques muy peligrosos, que, de no haber mediado la extraña relación de Hugo con el resto del equipo, podrían haber dado más fruto.

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