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TENIS

Becker, el preferido de Guerra

Alex Martínez Roig

Boris Becker, el líder del equipo de la República Federal de Alemania (RFA) que se enfrentará a España a partir de mañana en la Copa Davis, ha revolucionado el tenis en sólo dos temporadas. Becker, el tenista preferido del vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, es el heredero directo de la época iniciada por los norteamericanos Jimmy Connors y John McEnroe, jugadores muy agresivos que olvidan en el vestuario el fair-play del tenis de antaño. Es un nuevo estilo de tenistas que han cerrado una época basada en el ejemplo del sueco Bjorn Borg. Sólo hay que fijarse en la formación de los niños. Ya no se les enseña a defenderse en el fondo, sino a dar un paso al frente.

Becker encontrará mañana un ambiente en el que se siente cómodo. La pista talismán del Real Club de Tenis Barcelona estará repleta de público con ganas de marcha, un público que cuenta en su currículo con una provocación al italiano Adriano Panatta, que llegó a saltar la valla publicitaria para pegar a un espectador con su raqueta. Paul Annacone, un buen jugador estadounidense, cree que tenistas como Becker podrían ser protagonistas del estribillo de la canción Wild side, de Lou Reed: "Hey, man!, take a walk on the wild side" (Hey, hombre!, dáte un paseo por la zona salvaje).Becker posee ese instinto criminal que hasta hace unos años parecía limitado a deportes como el fútbol americano o el boxeo. Sale a la pista con la idea de ganar el partido, pero también de machacar al rival. Becker, en una entrevista, reconocía hace un año que se fijaba siempre en los ojos de su adversario: "En los intercambios del calentamiento me fijo más en los ojos del rival que en sus golpes. Cuando jugué mi primera final de Wimbledon, Kevin Curren, mi contrario, no me dirigió la palabra, pero vi el miedo reflejado en sus ojos".

El servicio es el arma preferida de los asesinos del tenis y Becker es el mejor. Su saque alcanza una velocidad de entre 180 y 210 kilómetros por hora. Es un auténtico disparo que apenas deja capacidad de reacción. Becker, además, busca sentir en su piel la reacción del público. No le importa herirse los codos con sus vuelos rasantes si en su caída escucha el rugido de las masas. Boris también es capaz de asustar al rival: "En un partido que jugamos en Estados Unidos", explicaba recientemente el sueco Anders Jarryd, "y cuando me dirigía a mi silla para descansar tras un juego, vi con sorpresa que Becker se dirigía hacia mí. Cuando llegó a mi altura, me empujó violentamente con el hombro. Quería darme miedo".

Uno de los fans de Becker es el vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra. Le gusta tanto Becker que está dispuesto a viajar mañana a Barcelona, algo que no hacía desde hace muchos meses, para ver en directo a su ídolo. Guerra está pendiente del sorteo de hoy para saber si el horario del encuentro de Boris es compatible con su presencia en el Consejo de Ministros.

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Sobre la firma

Alex Martínez Roig
Es de Barcelona, donde comenzó en el periodismo en 'El Periódico' y en Radio Barcelona. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Deportes, creador de Tentaciones, subdirector de EPS y profesor de la Escuela. Ha dirigido los contenidos de Canal + y Movistar +. Es presidente no ejecutivo de Morena Films y asesora a Penguin Random House.

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