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Un traidor

Lluís Bassets

Jean-Paul Mazurier es un joven barbilampiño de pelo negro y lacio, tez muy pálida y ojeras marcadas. Durante dos años ha estado ejerciendo de topo en las proximidades del grupo terrorista de Georges Ibrahim Abdalá.Se convirtió en amigo del dirigente de las Fracciones Armadas Revolucionarias Libanesas (FARL) y se enamoró de Josephine Abdo, a quien defendió en Italia.

Sus confesiones, narradas en forma de larga entrevista a un cronista judicial de Libération, revelan a un ser torturado, influenciable y con tendencia a la doble personalidad. No esconde sus tendencias autodestructivas: afición por la velocidad, el alcohol y la droga, y por la angustia del agente doble. En sus frases se espigan abundantes citas literarias y referencias cultas. Se considera fascinado por tres mitos: él de Fausto, el de Don Juan y el de Don Quijote. Pero se sabe y se siente un traidor. Traidor a Abdalá y a las FARL y traidor a su profesión de abogado, pero también traidor al contraespionaje, al publicar el libro.

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Quizá Mazurier es tan sólo un ser desgraciado y débil que ha querido huir de un engranaje diabólico y ha obedecido a sus pulsiones autodestructivas, ofreciéndose como diana para todas las revanchas.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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