Lamentable partido del Madrid en Orthez
ENVIADO ESPECIALEl Real Madrid hizo un lamentable partido ante el Orthez; no vale el paliativo de haber remontado hasta 26 tantos de desventaja en la primera parte. El equipo madridista promueve a la final europea a un conjunto heterodoxo, tosco, voluntarioso, cuyo principal bagaje es una burda búsqueda del tiro de tres puntos, una defensa agresiva, y que cuenta con la anécdota más significativa de que juega en una cancha habilitada para mercado semanal. Entre carteles alusivos a una grande corrida en las tiendas del pueblo, al son de un pasodoble, con fotografias de los artistas locales ataviados de toreros, el Madrid es tuvo a punto de sufrir una humillación sin precedentes. Ni siquiera Petrovie hubiera podido construir algo más doloroso. Jugar en un mercado, entre graderíos desvencijados y una pared repleta de modestos anuncios comerciales; jugar acompañado de una orquestina de agricultores en horas libres, con un marcador que funciona a destiempo, no es agradable. Perder cuando la prensa regional anuncia la presencia madridista con carteles taurinos y hace posar en portada al héroe local, Hufnagel, ataviado de torero y bajo el título de "listo para 'la estocada", debe ser doloroso. Si encima llega un momento en que el equipo local, patrocinado además por una firma de foie gras, se coloca con 26 tantos de ventaja ya en laprimera parte, la escenografía adquiere tintes tragicómicos. Todo esto quedó disfrazado por una aparente derrota ajustada, pero sin tanto maquillaje, sin coloretes y pestañas postizas, sin boinas, sin trompetas y sin excusas, lo cierto es que el Madrid fracasó una vez más. Y esta vez fue en serio.
El Orthez no puso otra cosa en juego que una agresividad defensiva y unos sistemas ofensivos realmente heterodoxos. Para espejismo de cualquier estratega, el equipo francés alcanzó sus mejores momentos actuando con un solo pivot, Jacquet, un hombre que cuando se gira hace un surco en el parqué. Los otros cuatro se movían a Branson intenta el tiro con considerable distancia del aro. ¿Para qué?. Para intentar tiros de tres puntos y, salvo error o circunstancia alternativa, pasar un balón interior a un hombre que luchara en uno contra uno, y con espacio por delante, con Romay. Circunstancia favorable fue el estado de los aros, tan duros que cualquier balón rebotado salía despedido varios metros. El Madrid cayó ingenua mente en este ardid, y con 50 24 en contra tuvo ante sí una si tuación cercana a la catástrofe.
En la reanudación, los franceses sólo hicieron 26 tantos. Y aún así ganaron. El Madrid se encontró ante la incómoda obligación, no de ganar, sino de evitar el desastre y hacerlo además con lanzamientos triples. Mala cosa. Lolo ordenó la entrada de Rullán, quien sólo con siguió uno. Luego, Corbalán conseguiría tres triples. Pero una necesidad tan perentoria, cierta intranquilidad ante una zona 2-3, y la inseguridad que producían unas canastas tan duras, motivaron que el Madrid no pudiera remontarlo todo.
Casualmente, sólo un jugador, Spriggs, mantuvo la seriedad que requería un choque tan importante. Spriggs hecho al confortable banquillo del Fórum de Los Angeles, no le chocó jugar en un mercado donde el agua caliente deja la piel de gallina. A falta de un minuto, el Madrid estaba a un triple de distancia (82-79). Mala cosa, también. Con 84-82, Spriggs robó un balón y lo pasó a Corbalán para una cómoda entrada a canasta. Pero, cruel desenlace, Corbalán no sólo falló lo que nunca falla sino que cometió una personal que dio la última posesión del partido al Orthez. Ciertamente, el Real Madrid no ha tenido suerte en esta Copa de Europa. Pero, sin lugar a dudas, no la ha merecido. Su juego, y ayer fue el mejor ejemplo, el más completo, no ha sido consistente. Con dudas en el rebote, inseguridad en ataque, sin opciones defensivas, no es lógico ser finalista europeo. Aunque el Orthez, si es que lo consigue, tampoco tenga categoría para ello.
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