Exhibición de cuerpos

La filmografía de Pietro Francisci cuenta con títulos tan so noros como Antonio de Padua, La reina de Saba, La batalla de Siracusa, Orlando, etcétera. Aunque el mimetismo propio del cine italiano de acción le llevaría a filmar algo llamado Encuentros en las galaxias, el cine de Francisci es, básicamente, el del glorioso péplum de los últimos cincuenta y de los sesenta; Hércules y Hércules y la reina de Lidia, la segunda consecuencia lógica de la primera, son también triunfos suyos y dos de los más paradígmáticos exponentes de ese cine de romanos que, entre cacahuetes y curas, nos hacía vivir una infancia gris.Hoy, Hércules y la reina de Lidia ha de tener a nuestros ojos el encanto camp, pero no es sólo pretexto nostálgico o salmodia sentimental lo que cantará nuestro corazón ante la pequeña pantalla, sino tamhién el entretenimiento de entonces, reducido, desgraciadamente, el tamaño de la pantalla y ausentes ya los cacahuetes y los curas. La película sigue teniendo brío, músculos y belleza femenina a raudales. Sylvia López, Gianna Maria Canale y Sylva Koscina forman un trío de damas capaces de acabar con el más musculoso; la fotografía la pone Mario Bava, posteriormente autor de clásicos del terror italiano.

El goce para el cinéfilo continúa por la noche. Por la madrugada y en versión original subtitulada. El altar de la moda, de 1934, es un musical de la Warner que cuenta como atractivo inmediato con la coreografia del más grande genio de la especialidad, Busby Berkleley. Dirigió el filme un interésante valor germánico, William Dieterle, y lo interpretaron, en sus papeles principales, William Powell y Bette Davis, estupendos. Para el amante del género quedan unos fastuosos números finales, con arpas humanas, bellas chicas emplumadas y pura geometría cinematográfica.