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NECROLÓGICAS

Cañaveral segado

Ricardo Cid en la calle. Ricardo Cid en La Calle. Ricardo Cid empleando términos que ofendían la sensibilidad de delicatessen de los casacas rojas y de los casacas azules. En fin, Ricardo Cid ayudando a destapar el caso Sofico.

Hace poco me contó que su primer encuentro con la problemática obrera y de lucha de clases -él era un niño bien del barrio de Retiro- ocurrió cuando, al visitar el taller que tenía su padre, se negó a darle la mano a uno de los obreros "porque la tenía manchada de grasa". Su padre le atizó un soberbio bofetón. Ricardo Cid, hombretón en los últimos tiempos cuya mole humana daba un aire estrambótico a sus modos y modales refinadísimos, casi wildeanos. Ricardo Cid, mozalbete flacucho y gafotas que alimentaba sus dioptrías con todo libro que cayera en sus manos, y consecuencia de lo cual fue que sus gafas crecieron y crecieron; cuando disminuyó la fiebre lectora, su cuerpo creció y creció. Devoraba libros y botillo leonés a partes iguales. Poco después, el botillo ganó la batalla.

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Ricardo Cid Cañaveral, periodista

En cierta ocasión me dijo: "Uf, los jueces. En cuanto tengas un problema con ellos, ya no te los quitas de encima en toda la puta vida". Y yo, que era su amigo rockero raro, le citaba una frase de Keith Richards, guitarrista de los Rolling Stones, que hacía poco había dicho lo mismo, sólo que refiriéndose a la policía. Y entonces discutíamos. (Ahora le doy la razón, aunque ya de poco le va a servir, a no ser que exista el Juez Supremo, y entonces sí que va listo.)

Cid Cañaveral, que escribió en el viejo querido Triunfo unos artículos político-literarios que introducían aquí ese nuevo periodismo que ya ha quedado rancio; Ricardo Cid, que luchó con gran agresividad verbal, que a veces también se trasladaba a los modales -lo que los británicos llaman manners-; Cañaveral dirigiendo con Jorge Reverte la emisora Onda Madrid..., y Ricardo Cid Cañaveral montándole el numerazo a Moncho Alpuente en el seminario sobre Madrid que este último realizó en la Menéndez Pelayo. Ricardo procesado por mil asuntos, por el Todos al suelo, por desacato o como se llame. Yo me casé hace cuatro meses, y Cid Cañaveral, Ricardo, fue mi testigo. Por la noche, el hotel estaba plagado de policías. "Oye, Ricardo, ¿tú tienes algo pendiente7. "No, ¡qué va.I". ¿No, qué va? En cuanto volvió a Madrid (me casé en Santander), derecho al trullo. El periodista fue noticia (una mala noticia: no hay libertad de expresión). Y Ricardo Cid vuelve a serlo: Ricardo Cid (42 años), muerto de un derrame cerebral en el hospital Provincial de Madrid.

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