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Tribuna:EL DEBATE SOBRE RIAÑO
Tribuna
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La necesidad de los expertos

Caín, Abel y Juan Benet [que publicó en EL PAÍS el pasado 4 de diciembre un artículo titulado Caín en Riaño] han acudido a Riaño para discutir sobre el futuro de la montaña oriental leonesa. De momento, el drama sólo acaba de comenzar y las "quijadas de asno" para arrojarse a la cabeza están quietas. Contamos también con otra ventaja adicional respecto a aquellas épocas cercanas al paraíso: se puede formar una comisión multidisciplinar de expertos y ésta ha sido la petición realizada por un grupo de catedráticos de universidad y directores de institutos de investigación del CSIC. En aquellas lejanas y raras circunstancias del Edén, había poca gente con la que contrastar opiniones (la serpiente era parte interesada) quizás por eso estalló el conflicto entre el agricultor y el ganadero. Hoy las cosas pueden ser bien distintas. Si excluimos a las serpientes que (en sentido alegórico, pobres animales) se empeñan en ver el mundo sin matices, se pueden plantear con seriedad los problemas y buscar soluciones. La agricultura y la ganadería deben ser complementarias, la montaña y los llanos, también.Riaño es un caso excepcional de proyecto de embalse, una cuestión dificil y de enorme trascendencia, que por una concatenación de errores se está configurando como el talón de Aquiles de la política hidráulica y medioambiental del MOPU. El carácter positivo y progresista de muchas actuaciones de este ministerio (ley de Aguas, ley de Impacto Ambiental, alternativas a los proyectos de embalses en Retuerta, Rialp e Irati) contrasta con el fanático empeño de algunas personas e instituciones en culminar un despropósito que nunca, y menos en 1983, debiera haberse planteado.

La obra que se discute si bien desde el punto de vista hidráulico y con el objetivo concreto de regular 500 hectómetros cúbicos de agua, parece no tener alternativas (aunque las tendría si los objetivos fueran otros) resulta enormemente destructora, su relación agua embalsada / superficie inundada es muy baja y menor aún resulta al cociente si en el denominador se considera el territorio total afectado, incluyendo en su caracterización las variables (paisajísticas, socioculturales, económicas ... ) que lo definen como una comarca natural de gran interés.

El embalse de Riaño anegaría una superficie de 2.300 hectáreas, de las que 1. 180 corresponden a prados de siega muy productivos. El proyecto afecta al territorio de cinco términos municipales, inunda nueve pueblos, tres de ellos son la capital del respectivo municipio. Entre los núcleos que desaparecen se encuentra la capital comarcal y antigua cabeza de partido judicial hasta 1965.

Alta densidad

El hecho de que el valle inundable tenga una densidad tan alta de núcleos de población no es casualidad; se debe a la incuestionable riqueza potencial que sustenta. Quiero con esto señalar que no son sólo razones de futuro las que llaman a proponer una reflexión sobre Riaño: el aprovechamiento integral de los recursos de un territorio montañoso exige una relación equilibrada entre pastos de puerto y monte, aprovechables a diente, y los prados de siega henificables para la alimentación invernal de los animales. Cuando los desplazamientos largos del ganado están en trance de desaparecer, la disponibilidad de prados de siega es cada vez más el cuello de botella para el aprovechamiento ganadero de la montaña.

Hoy en Europa el mantener pobladas las montañas incluso mediante el apoyo indirecto a sus habitantes constituye, por los múltiples beneficios que de ello se derivan, una línea esencial en la planificación territorial y en la gestión de los recursos naturales y agrarios. Para muchos españoles resultaría vergonzoso contemplar cómo un embalse de tal envergadura destruye una comarca cuyo patrimonio, ya excepcional, estará en el futuro muy revalorizado: los paisajes, amenos y variados, que son resultantes de una interacción matizada entre el hombre y la naturaleza, en un medio difícil, al igual que los ecosistemas singulares con una riqueza en especies animales y vegetales poco común en Europa, serán fuente de riqueza y un foco de atracción importante para un turismo de calidad. La destrucción de Riaño y su comarca -al desaparecer la capital se produciría el desmoronamiento del conjunto del sistema agrario que gravita en torno a ella- constituye en este aspecto una pérdida de valor incalculable.

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El principal problema no radica en la cantidad que hasta ahora se ha invertido, tampoco en la tan manoseada cuestión del dinero que los habitantes de Riaño de 1960 forzosamente recibieron, sino en la racionalidad del proyecto en sí mismo y en sus consecuencias actuales y futuras. Las cuestiones mencionadas tienen solución.

Cultura rural

La destrucción de un paisaje, de unos pueblos y una cultura rural excepcionales, no la tiene. Que quede claro que no sólo se discute la desaparición de una importante superficie de prados, sino el futuro de toda una comarca de montaña y el interés estratégico de su conservación.

Cuando razones económicas aconsejan la vuelta a la utilización cuidadosa de los recursos extensivos, los prados, apoyados por algunos cultivos forrajeros, son el factor limitativo y decisivo de toda explotación ganadera en montaña. En este sentido, la viabilidad de Nuevo Riaño (cuya ubicación resulta a todas luces inadecuada) no parece que vaya a ser grande, pues carecerá del principal recurso productivo.

Con todo, quizá lo más inquietante del problema de Riaño es el que muchas opiniones, incluso de personas implicadas en el proyecto, coincidan en señalar que de tenerse que proponer ahora, ni siquiera se hubiera planteado. Ello es debido, no sólo a la agria polémica que el embalse ha suscitado; tampoco a la vigente ley de Impacto Ambiental que debería aplicarse (Riaño se salva por los pelos de la obligación legal de aplicar dicha ley, pero nuestros gobernantes deberían sentir la obligación moral, ejemplificadora, de realizar el estudio de impacto), sino principalmente a que la racionalidad económica del proyecto resulta muy cuestionable. El razonamiento es sencillo: los regadíos en León servirían para cultivar remolacha o cereal, productos de los que la CE es muy excedentaria. La alternativa es maíz forrajero, alfalfa u otros productos para la alimentación del ganado, pero... ¿No resulta absurdo el destruir, con una gran inversión, recursos productivos en la montaña, casi gratuitos, para luego sustituirlos por otros en zonas bajas que tendrían la misma finalidad y necesitan ser subvencionados? En este caso la subvención sería doble, por la puesta en riego y por los precios.

Estudios insuficientes

Frente a la realidad de una comarca rica en recursos de fácil revitalización, se presenta como contrapartida la hipotética riqueza que generaría el regadío de 83.000 hectáreas, con un proyecto pensado en 1963, remozado en 1984 y concebido para producir beneficios en el año 2010, en que se prevé su finalización. En la situación económica en que vivimos, con un futuro ligado al mercado europeo, el proyecto de Riaño es un salto en el vacío sin garantías reales de viabilidad económica. Los estudios en que se ha basado la decisión política de continuar las obras son insuficientes y parciales.

Los argumentos anteriores son un resumen de los que se exponen en el documento suscrito por los profesionales a los que me referí al comienzo de este artículo, y en cuya elaboración he participado. En mi opinión, deben ser suficientes como llamada a la reflexión. La petición que se hace a las autoridades competentes puede concretarse como sigue: constitución de un grupo multidisciplinar de expertos que, analizando las razones de las distintas instituciones, organismos y grupos de personas interesadas y encargando la realización de los estudios necesarios, dictamine sobre la oportunidad de terminar o no el proyecto del embalse de Riaño. Ello ha de hacerse teniendo en cuenta el balance costes/ beneficios, y a la luz de razones no sólo económicas, sino también socioculturales y ecológicas, valorando los efectos a corto, medio y largo plazo.

Uno de los cometidos del grupo de expertos sería también la formulación de alternativas válidas que satisfagan en lo posible a las diferentes poblaciones interesadas, incluidas las de zonas bajas. En cualquier caso, serán necesarios planes de dinamización económica, cultural y reconstrucción del tejido social en las comarcas afectadas por décadas de amenaza e incertidumbre. Programas de diferentes ministerios (Escuelas-taller, ecodesarrollo en áreas específicas) apuntan en este sentido.

La creación de la comisión de expertos se justifica únicamente por la excepcionalidad del proyecto, y sobre todo por la constatación de que está pesando demasiado la inercia de los hechos consumados. La comisión debería estar formada por un amplio número de profesionales de reconocido prestigio en las disciplinas que interesan al proyecto: entre otras, la economía, la agronomía, la ecología, la sociología, la planificación física y la evaluación del impacto ambiental. Los firmantes del documento, y muchas otras personas y colectivos que ya han mostrado su adhesión al mismo, esperamos la respuesta de las autoridades competentes mientras cualquier solución es aún viable.

Respecto a las opiniones del ingeniero Benet, cuyo amor sentimental por la presa puedo comprender (aunque no su defensa del valor estético del "pantano": por su poca profundidad se verían casi de continuo torres de iglesias y cadáveres de pueblos), me gustaría que nos informara sobre el número, situación y rendimiento de todas esas "turbinas" y "acequias" que desde Riaño a Portugal generarían de inmediato una cascada de riqueza. ¿Cómo ha podido calcular los 300 años que tardarían los prados de Riaño en producir lo mismo que las acequias sólo en algunos? ¿Conoce los precios de los plaguicidas y fertilizantes en el año 2010? ¿O es que también en su contabilidad entra el cultivo de melones bajo plástico durante el invierno leonés para competir en el mercado europeo? Por fortuna somos también excedentarios en España en este producto. A veces la ignorancia y la parcialidad son más que atrevidas.

Antonio Gómez Sal es investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en León.

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