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LA JORNADA DE LIGA DEL SÁBADO

La cabeza de Uralde salvó de momento la de Miera

La afición ya había comenzado a emitir su veredicto: culpable. Los hinchas gritaban contra el banquillo y en el palco los directivos rojiblancos se movían inquietos pensando en la próxima reunión de la junta y en una guillotina. Iban 60 minutos de partido cuando Zamora le hizo una falta a Llorente que lanzó Julio Prieto y Uralde cabeceó a gol. Milagro. El Atlético ganaba su peor partido de la temporada, que ya es decir, pero la cabeza de Uralde salvaba momentáneamente, durante algunas horas, la de su entrenador. El Atlético y Miera lo pasaron anoche mal. El Atlético jugó peor que la Real, pero al equipo donostiarra le perdió su falta de ambición y un despiste táctico de su entrenador, Toshack.Hasta ese minuto 60, los jugadores del Atlético se miraban y no se veían, se buscaban sin encontrarse y deambulaban por el césped siempre tras la espalda de algún rival que controlaba el balón. Con un solo delantero, Bakero, y con cinco defensas en zona, bastaban una serie de rotaciones, la aparición de López Recarte desde el lateral izquierdo hacia arriba por su banda, sin nadie que le marcase -Tomás estaba fuera de zona, tras López Ufarte, y Julio Prieto no estaba ayer más que para ver pasar en butaca de primera fila a Zamora-, para que el desconcierto general del Atlético fuese alarmante.

En el Atlético no había conexión de ningún tipo. Setién se cansó tanto de correr como de perder balones y Landáburu se salvó porque, al menos, entendió en el segundo tiempo el error de Toshack. La Real dominaba claramente a los puntos, pero su falta de ambición y Elduayen evitaron el K.O. rejiblanco

John Benjamin Toshack lo vio tan claro que quiso hacer de gato con el ratón. Sacó tras el descanso a Beguiristáin, un delantero habilidoso y de buen regate, para comerse el puro flan que era Julio Prieto y quitó al lateral Recarte. Pero la jugada le salió mal porque no se dio cuenta de que entonces Zamora se veía cortado atrás, como teórico defensa izquierdo, y eso permitió que Llorente, mal toda la noche, sacara un aprobadillo ramplón a última hora con las chuletas que comenzó a mandarle Landáburu. Con tres carreras, el sobrino de Gento desequilibró a la Real y de una falta que le hicieron nació el gol rojiblanco. Cuando Toshack se dio cuenta, bajó a Beguiristáin, más joven y rápido que Zamora, pero ya había marcado Uralde y, lo que era peor, había tranquilizado un poco al Atlético, que desde ese momento hilvanó, al menos, un par de contragolpes.

Hasta Julio Prieto tiró al poste. Segundo milagro de la noche. Pero el agónico triunfo no puede servir como amnésico de todo lo malo que el Atlético había hecho antes. No siempre va a estar Toshack para arreglar las cosas.

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