El patrimonio de la CNT

Como réplica al escrito de Santos Juliá (EL PAIS, 3 de octubre de 1986) y del flamante ministro de Trabajo señor Chaves, aparecido en su periódico recientemente, espero publique en la sección cartas el presente escrito.No sé si el que se autoproclama historiador, Santos Juliá, está subvencionado, o es un titulado moderno, seguro de sí mismo, que, asumiendo las enseñanzas vanguardistas de nuestra preclara universidad, se lanza a hacer la historia según interesa a los poderes reinantes. En cualquiera de los casos, no me extraña su escrito sobre culturas obreras y patrimonios sindicales, aunque sí que EL PAIS, periódico serio y comprometido, dé cabida en sus páginas a una opinión tan parcial y poco veraz como a la que me refiero.

Apuntando algo más sobre lo que ya se ha dicho, y se dirá, sobre el patrimonio sindical, quiero recordar que hay otras valoraciones objetivas que desmienten a la Administración, al seflior Chaves, cuando dice, como el señor Santos Juliá, que la CNT, al crear una pronta revolución no se preocupaba de adquirir patrimonio.

La persecución que en el primer tercio de este siglo sufrió la CNT clausurando sus locales en no pocas ocasiones los mantenedores del orden de entonces, obligaba a la confederación a poner éstos a nombres de particulares no conocidos como cenetistas. Aún más, había cientos de sociedades obreras, y se constituyeron nuevas, que se adherían o eran auspiciadas por la CNT. Todo ello intentando burlar una Administración, ahora reconocida por todos como totalitaria, y que pocos dudan en declararla como ¡legítima.Aunque todos estos datos y los ya expuestos por otras personas en esta misma sección puedan servir como aportación pública a un debate que se pretende farragoso, los interesados, los sindicatos afectados, deben ser los que en discusión directa con la Administración aclaren de forma equitativa el no problema del patrimonio histórico, que los socialistas se empecinan en no resolver, intentando emular administraciones pretéritas.-

CNT.