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BALONCESTO

'Concurso de pases' en el Real Madrid

Luis Gómez

LUIS GÓMEZ Hubo escuela de pases en el pabellón. Al ya estrenado pase eléctrico de Spriggs se le unieron otras modalidades que no dejaron constancia de otra cosa -dada la escasa entidad del rival- que el juego del Real Madrid va a cambiar este año. Es pronto para saber si es una evolución o, simplemente, una variación, pero lo que parece indudable es que bien sea por una cuestión de inadaptación temporal de Spriggs o bien por influjo de su idiosincrasia, el juego del Real Madrid es distinto. Al despreciar la posición clásica de tiro cambia la faz del conjunto, acostumbrado por décadas a que su tradicional número 3 fuera un tirador nato. Y Spriggs es otra cosa o lo parece, por lo que el tiro exterior se ha de buscar por otros medios. Spriggs va a ser un jugador importante, para bien o para mal.

El partido resultó intrascendente y aburrido, excepto los últimos cinco minutos. Inicialmente, Corbalán dio la impresión de querer someter a estricta disciplina a Spriggs. Primero, dejando clara una cosa: 'Aquí el pase lo doy yo"; luego, intentando que el jugador siguiera los sistemas. No lo logró, por lo que Spriggs se quedó sin muchos pases y, en algunas ocasiones, recibió la pelota más que nada por cortesía. Corbalán se obligó a mantener un alto nivel de anotación, tanto en tiros exteriores -fue casi el único que los practicó- como en entradas a canasta, Spriggs hizo muy poco uso del pase eléctrico, pero dio uno muy bueno, en gancho, a Del Corral que terminó quemándole al jugador español en las manos. Porque Corbalán, dueño dela pelota y, por tanto, con licencia para repartir aquí y allá, aplicó sabriodad.

Por la espalda

Pero, de pronto, salió Ruiz Paz. A la segunda carrera hizo un pase por bajo, un ayudado larguísimo, que levantó al público de sus asientos e hizo rebrincar a Spriggs de emoción. Spriggs fue el receptor, que no era lo que buscaba, pero el pase fue tan bueno que su cuerpo no podía reprimir disfrutarlo. Poco menos que a la siguiente jugada, Corbalán, visto que la cosa se escapaba a su riguroso control, despachó al joven jugador un pase por la espalda, de chicuelina. Algunas carreras más tarde, Ruiz Paz dio un pase en mano a Spriggs. El pase en mano es una especie de entrega cortés, que se da al compañero que va justo al lado; se da la pe lota con finura, con mimo, en mano. Y ese pase era del repertorio de Spriggs, señal inequívoca de que ha empezado el contagio. Lolo Sainz estuvo poco atento a la fiesta, porque se echó en falta a Iturriaga, pasador de escuela eléctrica. Hubo escuela de pases en el pabellón y Spriggs dará que hablar.

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