Arantxa Argüelles
Una española, en el Concurso de Danza de París
Rubia, zaragozana, de 15 años, Arantxa tiene mucho de niña prodigio. Es la única española que posee un premio internacional de ballet clásico (Eurovisión 1985), y también es la primera en competir, los días 7, 9 y 10 de octubre, en el Concurso Internacional de París, junto a Antonio Castilla, su pareja habitual. Primera bailarina del Ballet Nacional Clásico, sus juguetes han sido siempre un par de zapatillas rosadas. Cuando los especialistas la ven bailar, coinciden en que están ante la posibilidad de una estrella.
Tiene pocos años, pero la presencia de una mujer totalmente terminada. Su carácter, sin embargo, conserva muchas cosas de adolescente: "Yo sé que es muy pronto para lo que me está pasando, pero trato de llevarlo lo mejor posible, y sobre todo, no perder una línea de trabajo."Cuando la llevaron a su primera clase de ballet tenía tres años: "Incluso creo que no caminaba todavía con soltura. De mis recuerdos, creo que lo primero que hice fue aferrarme a una barra a la que casi no alcanzaba. Esto ha sido y será mi vida. No puede ser de otro modo si quieres bailar bien". Entonces se pone seria: "Tienes que sacrificar muchas cosas: días de fiesta, comidas que te gustan mucho, hasta al sueño hay que robarle tiempo para perfeccionarse"'. Su profesora siempre fue María de Ávila: "Empecé y terminé mis estudios con ella. Luego he tenido otros maestros, pero la formación ha sido enteramente con ella".
Arantxa aún no sueña con grandes papeles: "No tengo un repertorio muy amplio, pero es porque no he tenido tiempo físico de prepararlo. Poco a poco iré escogiendo los papeles que me vayan bien. No creo que se trate de bailarlo todo indiscriminadamente. Siendo selectivo, se puede ofrecer algo mejor".
Del concurso de Eurovisión, que se celebró en Italia, Arantxa volvió con el mote de Aranciatta mecanica (naranja mecánica) por el poder de sus giros: "No me molestó el apodo, era gracioso, y toda Italia me vio esa noche bailando el paso a dos de Don Quijote, pero no se trata de hacer las cosas mecánicamente, sino todo lo contrario". Entonces habla de lo que bailará en París: "Por eso me gusta mucho el paso a dos Queja, que Luk de Laylees me ha montado especialmente para el concurso, pues además de bailar con muchas exigencias, debo interpretar un personaje con mundo interior, y es mucho más difícil un gesto honesto de tristeza que un salto".
Éste será un año internacional para Arantxa: "También iré con Antonio Castilla al Festival Internacional de Ballet de La Habana, que incluso me inspira más temores que el de París, pues aunque no es competitivo, vamos a bailar en galas donde habrá grandes estrellas maduras, y todo el mundo se fija en los novatos".
A pesar de su juventud, en escena Arantxa Argüelles asombra por su seguridad: "Tampoco es que sea tan segura, tengo dudas, como todo el mundo, pero trato de que no se me noten, y es bueno tenerlas, pues así te planteas cambiar, mejorar, hacer las cosas de otro modo. No creo que ninguna buena bailarina se llegue a sentir alguna vez absolutamente satisfecha después de bailar, pues la verdad es que siempre se puede hacer mejor".
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