Jean-François Deniau

Jean-François Deniau, de 57 años, amigo personal del rey Juan Carlos, fue embajador de Francia en España en 1976-1977, "un momento delicado, muy difícil y totalmente apasionante para los propios españoles". Varias veces ministro, de la Unión Democrática Francesa (UDF) -el partido de Giscard d'Estaing-, para Deniau "no hay esperanza en el silencio de los otros", y de ahí que en los últimos años haya cruzado clandestinamente fronteras para prestar apoyo político y moral a diversos movimientos maquis.

Diputado y vicepresidente de la Comisión de Asuntos Exteriows de la Asamblea Francesa, Jean-François Deniau ha venido a Madrid a proponer a las Cortes que las comisiones de Asuntos Exteriores de ambos parlamentos se reúnan conjunta y periódicamente.En los últimos tres años ha realizado 14 pasos clandestinos de frontera y convivido con diversos grupos guerrilleros, experiencia que ha recogido en un libro que en su edición francesa lleva por título Dos horas después de medianoche. "Debía estar maduro al estar harto de oír hablar de libertad a gente que no hacía nada por la libertad" explica. "Un día vino a casa un comandante del Frente de Liberación de Eritrea. Dijo una frase que me conmovió: "Tiene que ayudarnos, tiene que hacer hablar de nosotros, ya nadie habla de nosotros, pues hace demasiado tiempo que combatimos, 23 años".

A esta experiencia siguieron las de los camboyanos del príncipe Sihanuk, Angola, los misquitos en Nicaragua y Afganistán. "Lo peor es el silencio de los otros. En un maquis hace falta alimentos, armas, y también la esperanza. Y no hay esperanza en el silencio de los otros. Es necesario saber que otros saben que tú estás ahí. Si todos nos callamos es dramático. En la Resistencia francesa hubo Londres y la BBC", explica Deniau.

"Los que luchan así lo hacen porque no tienen otra forma de expresarse, porque nadie les ha pedido su parecer", comenta, diferenciándolos claramente de los terroristas. "El terrorismo es el hecho de una minoría que no dispone de mayoría en las urnas, trata de desestabilizar la sociedad y representa una solución totalmente minoritaria".

El propio Deniau experimentó en su piel el terrorismo cuando llevaba una misión parlamentaria a Líbano. "Trataron de asesinarme, y estuvo muy bien organizado, pues abatieron el helicóptero en el que me encontraba con el embajador de Francia y el agregado militar. El milagro no fue que llegáramos a posarnos en tierra gracias a la maestría del piloto, sino que el aparato no estallara", dice.

En asuntos de terrorismo considera que "debe haber una solidaridad natural del conjunto de las democracias". Reconoce que "había algo insoportable en el hecho de que hubiera atentados en el País Vasco español reivindicados media hora después al otro lado de la frontera". En la medida en que se usaba el territorio francés para golpear al país vecino, considera "que las protestas españolas estaban justificadas".

A la larga el Gobierno francés se dio cuenta de la gravedad del asunto y se produjeron las extradiciones, cuenta el embajador, aunque añade que no está seguro de "que en el pasado el Gobierno español las quisiera realmente".