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El arquitecto encargado de mejorar la Gran Vía resta importancia a la futura reforma

"No creo que sea necesario poner patas arriba la Gran Vía", opina Javier Feduchi, arquitecto a quien el Ayuntamiento de Madrid ha encargado un estudio para la mejora ambiental de este eje. Según sus primeras impresiones, Feduchi cree que el alcance de la reforma ha de limitarse a determinados aspectos, tales como el bordillo, el mobiliario o el tratamiento de los comercios y fachadas. Juan Barranco, alcalde de Madrid, afirmó al anunciar la realización de las obras que el comienzo de éstas, hacia julio de 1987, obligaría, de hecho, a delincuentes, prostitutas y traficantes a abandonar la Gran Vía.

El arquitecto Javier Feduchi, madrileño, de 57 años, piensa que la reforma ha de afectar al mobiliario, a lo que él llama el zócalo comercial y a las fachadas. "El pavimento que tiene la Gran Vía no me gusta, pero creo que está bien y, en principio, no lo cambiaría. No me parece tan castigado como el que tenía Sol. Lo que sí creo que habrá que cambiar será el bordillo. La Quinta Avenida de Nueva York no tiene el mismo bordillo que cualquier calle, y lo mismo debe ocurrir con la Gran Vía".A juicio de Feduichi, que en el último año se ha encargado de la reforma de la iglesia de San Francisco el Grande y ha colaborado en la realización del parque de Tierno Galván, tampoco habrá que tocar el alcantarillado, lo que, de hecho, limita la reforma de la Gran Vía a un lavado de cara, excepto en espacios como la plaza de Callao o la Red de San Luis. "En estas plazas considero que debe ser más importante el estudio del pavimento que se utilice, su relación con los edificios y el equilibrio vehículos-peatones que la colocación de monumentos o fuentes".

Abundancia de señales

Respecto al mobiliario, Feduchi, que a lo largo de su vida ha dedicado una gran atención al diseño y a la investigación de materiales, se muestra contrario a la proliferación de postes de señales, paradas, semáforos e indicadores que se ha producido en la Gran Vía. "Hay que estudiar a creación de un soporte multiuso. También habrá que diseñar un tipo de jardinera especial para esta calle, pues las actuales son horrorosas".El estudio, según indicó Juan Barranco, afectará al tramo de la Gran Vía comprendido entre Callao y su confluencia con la calle de Alcalá, aunque apuntó la posibilidad de que, en una segunda fase, la reforma se amplíe al tramo Callao-plaza de España. "Evidentemente, las mejoras que se introduzcan deben hacerse en toda la Gran Vía. Si se dejara sin unificar el mobiliario urbano en todos sus tramos, la Gran Vía perdería continuidad", dice Feduchi, recordando que al comienzo de la parte no afectada por el estudio se alza el edificio Capitol, proyectado por su padre.

El tramo que más le preocupa a Feduchi es el comprendido entre la Red de San Luis y la calle de Alcalá. "La ocupación de los locales comerciales por entidades bancarias, por un lado, y la división de las plantas para dar cabida a muchas oficinas, por otro, han hecho que la zona no tenga un atractivo para el peatón fuera de las horas de oficina, y que se haya roto la estética con que fueron pensados los edificios".

Las soluciones para terminar con esta situación son difíciles, según Feduchi, que en esta cuestión se siente pesimista. "Por muchas sugerencias que yo haga, no sé cómo el Ayuntamiento va a terminar con esta atomización del espacio o cómo va a lograr que se eliminen anuncios y se haga un buen tratamiento de fachadas. Aun en el caso de conseguirse, no se logrará recuperar por ello este tramo de la Gran Vía, pues se ha perdido su utilización como paseo hacia Cibeles y la falta de locales impide que el transeúnte se sienta atraído".

Dentro del aspecto publicitario, Feduchi defiende el uso del neón y critica los anuncios en grandes letras de plástico y de las marquesinas publicitarias. "Destrozan la imagen de la calle y afean los edificios".

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