De la ejecutiva a "traidora"
María Dolores González Catarain, Yoyes, nació el 14 de mayo de 1954 en la localidad guipuzcoana de Ordizia. Fue una de las pocas mujeres que ha formado parte de la dirección de ETA. Estudiante de Magisterio, huyó al País Vasco francés a finales de 1973, tras la desarticulación de su comando etarra, y rápidamente asumió los planteamientos políticos de José Miguel Beñarán, Argala, dirigente de ETAm asesinado en San Juan de Luz (Francia) el 21 de diciembre de 1978. Argala había defendido a mediados de los setenta una línea dura contraria a la negociación con el Gobierno.
Desde 1973, la policía española la buscó bajo la acusación, entre otras, de haber participado en el atentado que costó la vida al entonces presidente del Gobierno, almirante Luis Carrero Blanco.
Algunas de las personas que la conocieron en los años setenta le atribuían un carácter duro e intransigente, pero otras limitaban estos calificativos exclusivamente a su comportamiento en el terreno político. Según estos testimonios, nunca ejerció el papel de teórico de la organización. Sus esquemas políticos encajaban casi siempre con la línea elaborada por Argala. De hecho, en las reuniones entre partidos políticos abertzales celebradas en torno a la alternativa KAS [defendida por ETA y que incluye el derecho de autodeterminación] en vísperas de las primeras elecciones, Yoyes se limitó a asentir y corroborar las propuestas de Argala. Tras la muerte de éste Yoyes, junto con Eugenio Etxebeste, Antxon, asumió la dirección de la ejecutiva de ETA Militar.
A finales de enero de 1979 fue detenida por la policía francesajunto con otros 13 residentes vascos, y confinada en el departamento de los Alpes de la Alta Provenza. Ese mismo año, Yoyes abandonó Francia y se instaló en México. Casada con Juan José Dorronsoro Goikoetxea, tuvo allí un hijo, trabajó como traductora y estudió una carrera universitaria.
Personas que se entrevistaron con María Dolores González en 1980 indicaron que en esos años Yoyes atravesaba una gran crisis personal, pretendidamente ajena a la evolución de su antigua organización y al curso de los acontecimientos políticos en Euskadi.
El 17 de octubre de 1985 regresó al País Vasco, acogiéndose a las medidas de reinserción social propiciadas por el Ministerio del Interior, tras 12 años de exilio. El nombre de la ex activista, que no tenía ningún delito de sangre pendiente con la justicia, no figuraba en las listas que los Gobiernos central y vasco estudiaban para agilizar el regreso de algunos exiliados.
Su vuelta provocó una dura reacción en círculos de exiliados vascos en Francia. En un comunicado firmado por la autodenominada Comunidad de Refugiados Políticos Vascos, se criticó la "actitud de arrepentimiento", ya que Yoyes había acudido "a la bajeza de buscar una salida personal" En su pueblo aparecieron pintadas que la llamaban "traidora".
