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Madrid al volante

Mas de 20.000 conductores profesionales trabajan sobre el asfalto de la ciudad

Madrid se convierte, a primeras horas de la mañana, en una encrucijada de semáforos y vehículos. Miles de personas utilizan el automóvil para desplazarse de casa al trabajo. Pero la alfombra ruidosa y móvil que se extiende por la ciudad tiene otros protagonistas cotidianos; ellos sufren de próstata, de desviaciones de columna y hemorroides; luchan contra el mal humor y las afecciones de la contaminación y aborrecen/adoran el paisaje asfaltado de esta gran urbe: son los más de 20.000 profesionales del volante. Taxistas, mensajeros y conductores de autobuses recorren día a día el laberinto callejero de Madrid.

"He perdido media vida al volante, ahora sólo me hace ilusión jubilarme". Domingo, de 61 años, Dominguito el bién hecho para sus colegas de los último,; 33 años en el taxi, muestra con estas palabras su cansancio. Está harto de recorrer durante 14 horas diarias Madrid. "Yo salgo a las siete de casa y vuelvo por la noche cada jornada, eso querna a cualqutiera"; en la parada de taxis donde Domingo tiene su coche, cuatro o cinco compañeros, también de edad avanzada, asienten a cada frase. Son de los. más viejos de la profesión y aseguran que no.es sólo cansancio lo que tienen, sino especial cabreo contra las instituciones públicas que les firíen a impuestos."Es que no te dejan vivir, que si IVA, el número, la revista, industria, la contribuición, hacienda..., losarreglos al coche ... ; cuando te das cuenta te lleva,,; una porquería a casa". Paco F. Reva 19 años al volante y una sonrisa perenne que contrarresta sus lamentos.

Lamentos y quejas

Todos terminan convergiendo en una frase manida y lapidaria: "Madrid ya no es lo que era, no tiene trabajo para todos. Sobramos la mitad". Justo lo contrario opina otro de los 15.500 taxistas desparramados por la, ciudad. José González, de 31 años: "Muchos no saben lo que hay fuera, por ahí; por eso dicen que viven mal. Yo he estado desde los 14 en la calle y sé bastante de la vida. Que me vengan a decir a mí que no se gana nada. Que salgan de las paradas y se paseen más por, Madrid, ya verás como enseguida les salen clientes".

José, diseñador de modas, decidió dejar su profesión, su trabajo con un modisto famoso al que quiere mantener en el anonimato, porque no ganaba lo suficiente. "Hombre, yo sé que soy atípico en esto del taxi, pero me va bien. Hace cinco años que me hice con él, y no me quejo. Tengo un tope económico y en cuanto lo hago me voy a casa. A veces trabajo nueve horas; otras, 11, depende... Lo que no se puede es estar sentado...".

"Ésta es una profesión dura, pero la adoro". Antonio L. C., profesor lucense de 40 años, colgó la enseñanza por el volante. "La verdad es que yo no quería ser otra cosa, siempre he deseado esto. Estaba estudiando magisterio, terminé, me metí en la milí y me tocó conducir. Desde entonces no lo he dejado. Lo que pasa es que llevar autobuses por Madrid se convierte en algo rutinario. Es más emocionante y dinámica la carretera. Yo, antes, conducía camiones. Pero ahora ya va a hacer 10 años que estoy en plantilla en la EMT".

Miedo a la noche

El miedo a los atracos se ha instalado definitivamente en el ánimo de muchos profesionales de la conducción. Los taxistas se consideran los más afectados y aseguran que Madrid es muy peligroso, sobre todo de noche. Por eso la mayoría realiza su trabajo en horas diurnas. "No pienso terminar el año sin dejar el taxi, estoy harto. No tengo ni idea de lo que haré, pero ya me resulta insoportable. Además, trabajas entre 12 y 14 horas diarias para llevarte 7.000 pelas, y a veces te las quitan por el camino. Yo me cambié de la noche después de que me atracaran tres veces", comenta José Luis R., de 38 años, 18 al volante.

Taxistas y conductores de autobuses coinciden en señalar que la clientela nocturna es distinta. A los taxistas les obliga a mani Íenerse vigilantes para evitar un susto, mientras que para los conductores de autobuses él público nocturno es más amable y educado.

"Yo prefiero la noche, aunque por enfermedad". Juan González, de 44 años, visita en días alternos el hospital para recibir un tratamiento de diálisis. Las enfermedades más comunes entre los conductores van desde las hemorroides a la desviación de columna, mala circulación o prostatitis. Francisco Herraz está pagando ahora sws tres, décadas al volante del taxi: "Tengo piedras en el riñón y la columna hecha polvo. Los médicos dicen que es normal, como nos pasarrios el día sentados en un coche..."'.

Estas enfermedades no afectan a los miembros del colectivo más marginado que cabalga por Madrid: los mensajeros. Sus problemas provienen de la contaridinación madrileña. "Yo no sé sis e habrá hecho un estudio o no, pero con lo que tragas al cabo del día de autobuses y coches, de ponerte detrás, es para morirte". Se llama Jesús y prefiere no hacer públicos sus apellidos. Tiene 24 años, 37 cinco golpes en la moto en los Últimos cuatro años. Como la mayoiría de sus 3.000 compañeros, se recorre de 100 a 200 kilómetros diarios por Madrid.

Son los conductores de ciudad más jóvenes y eventuales. La edad oscila entre los 18 y los 25, y han elegido esta fórmula para ir tirando.

"Te sientes más libre trabajando con la moto que con otra cosa, pero termina cansando; además, pones en peligro tu vida de forma constante. A veces te olvidas del peligro, pero otras no puedes quitarte de la cabeza la sensación continua de que te vas a pegar el golpe defirtitivo"."

Mario, de 21 años, estudiante de segundo de Derecho, ha recibido sólo dos golpes en su vida, pero desde que hace un año comenzó a trabajar de mensajero ha visto decenas de accidentes: "El más grave fue el de un compañero, no sé ni su nombre. Le pegaron un golpe de lado; cuando le volví a ver estaba en una silla de ruedas".

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